La Nuit Américaine

Emblemático título del realizador francés, seguramente el mejor título del subgénero de “cine dentro del cine” jamás rodado. Él mismo interpreta al director de un largometraje en el que no dejan de surgir problemas logísticos y con los propios actores, pero más bien con la mera excusa argumental de mostrar al espectador cómo se realiza una película, multitud de trucos y falseos habituales en el mundo del cine y la dificultad de controlar los egos que pueden juntarse en un plató de cine. El resultado es un film delicioso, enfocado tanto a espectadores comunes, como cinéfilos avanzados e incluso profesionales, que proporciona un buen número de sonrisas a través de algunas de las esperpénticas situaciones que viven los cineastas durante este rodaje ficticio. Jacqueline Bisset, posiblemente en el cénit de su belleza, Valentina Cortese, Jean-Pierre Aumont y Jean-Pierre Léaud encabezan el reparto de la película dentro de la película y del propio film.

El director de fotografía fue el francés Pierre-William Glenn, seguramente por indisponibilidad del operador predilecto de François Truffaut, Néstor Almendros [ASC]. Como es sabido, el realizador galo, junto a compatriotas como Louis Malle y Jean-Luc Gordard, formó parte del movimiento conocido como Nouvelle Vague, la nueva ola del cine francés que, surgida del mundo de la crítica cinematográfica, aplicó posteriormente a la realización de películas muchos de sus postulados, entre los que se incluían el rodaje en localizaciones naturales y la renuncia a la parafernalia habitual que conllevaba el rodaje en estudio, con grandes aparatos de iluminación, decorados teatrales y el habitual aspecto sofisticado, pero poco realista, que ello conllevaba.

“La Nuit Americaine”, a nivel estético, se circunscribe claramente en las enseñanzas de Almendros, Raoul Coutard o Henri Decaë, puesto que a pesar de concebir dos estilos claramente diferenciados, la estética de la Nouvelle Vague está muy presente en sus imágenes. Y decimos que el film contiene dos estilos muy diferenciados porque la parte realista del mismo, es decir, la que ocurre detrás de las cámaras de la película ficticia que ruedan los cineastas que vemos en pantalla, sí que está rodada con esa economía de medios que Truffaut y sus compañeros predicaron quince años atrás, con una proliferación de luz rebotada en los techos de las localizaciones y algunas fuentes integradas en pantalla para justificar la procedencia de la luz. Y en los interiores diurnos, de nuevo se mezclan luz rebotada en el techo y luz justificada, solo que esta vez a través de las ventanas. Por supuesto, como solía ocurrir en este estilo, el aspecto es muy poco contrastado, pero a la vez se separa bien del más primitivo aspecto típico de la fotografía en color y de estudio de las décadas previas. Los exteriores, como es habitual, también renuncian a la iluminación artificial y, en la medida de lo posible, están rodados a contraluz, sobreexponiendo los fondos, para equilibrar a los personajes en primer término.

Por el contrario, de manera absolutamente acertada, la película dentro de la película sí que está rodada al estilo clásico, es decir, mediante la introducción de enormes aparatos de luz dirigida sobre los actores y el decorado, muchas veces como luz puntual, de manera que aunque el espectador ya es plenamente consciente de que está viendo una ficción en pantalla, la separación se refuerza porque ese tipo de luz era o es el que más se asocia con ese tipo de cine encorsetado de la etapa anterior, el mismo que en el propio film se declara ya muerto. La excepción estilística, aunque con frecuencia está utilizada con un gran efecto, es la luz que Glenn utiliza sobre Jacqueline Bisset, a menudo más frontal, dura y dirigida, pero con ello extrae toda la belleza de la actriz, aunque esta luz algunas veces no tenga consistencia alguna con la de la escena en que se encuentra.

Como curiosidad, los equipos Panavision se ven con muchísima frecuencia a lo largo del film, puesto que las cámaras Mitchell –con sus respectivos blimp para grabar diálogo- adaptadas por la marca norteamericana y sus lentes son los que ruedan la película dentro de la película, con una prominencia tal que no resulta descabellado pensar que la compañía posiblemente esponsorizase el film. En cualquier caso, aunque las virtudes del mismo se apoyan principalmente en su guión, dirección y actores, la parte visual cumple muy bien las expectativas y sirve muy bien para distinguir las dos capas en que se mueve la película, sin especial brillantez, pero sí con un sobrado oficio para sus fines.

Título en España: La Noche Americana
Año de Producción: 1973
Director: François Truffaut
Director de Fotografía: Pierre-William Glenn
Ópticas: Panavision esféricas
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en HDTV

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