Is Paris Burning?

Superproducción de la Paramount, escrita por Gore Vidal y Francis Ford Coppola, con la que el estudio se apuntaba a la moda de “The Longest Day” (1962): narrar una historia real de la Segunda Guerra Mundial, esta vez ambientada en París, casi al término de la contienda, cuando los alemanes planean su retirada tras la ocupación y un general (Gert Fröbe) recibe órdenes de Hitler de destruir toda la ciudad antes que dejarla intacta ante la inminente llegada de las tropas norteamericanas. Dirigida por el francés René Clement (“Plein Soleil”), con abundantes medios, “Is Paris Burning?” es el típico proyecto de la época con desfile constante de estrellas en pequeños papeles, algunos tan minúsculos como el de Kirk Douglas interpretando al general Patton, de modo que se puede ver aunque sea fugazmente a Leslie Caron, Simone Signoret, Orson Welles, Jean Paul Belmondo, Alain Delon, Charles Boyer, Bruno Cremer, Glenn Ford, Yves Montand, Anthony Perkins, Jean-Pierre Cassel, Robert Stack, Michel Piccoli, Jean-Louis Trintignant y hasta a George Chakiris salundando desde uno de los múltiples tanques que aparecen a lo largo de sus casi tres horas de proyección. Los resultados, que prácticamente adoptan la forma de docudrama, son algo impersonales no obstante, además que el film fue criticado porque supuestas injerencias del general De Gaulle habrían hecho que el relato magnifique el papel real de la resistencia francesa en la liberación de la ciudad.

El director de fotografía fue el francés Marcel Grignon, que no fue demasiado conocido, o al menos, quizá no tanto como desde luego Henri Decae, Raoul Coutard, Henri Alekan, Claude Renoir, Jean Tournier o Pierre Lhomme, por citar algunos nombres, pero que consiguió un gran trabajo con el presente título, que de hecho le llevó a ser candidato al Oscar a la mejor fotografía en blanco y negro, en el último año en que existió la separación en la categoría entre títulos rodados en color y los que no, aunque el que se alzó finalmente con el premio fue el norteamericano Haskell Wexler por su labor en “Who’s Afraid of Virginia Woolf?”. Grignon además se hizo cargo de dos películas del británico de origen francés John Guillermin: “Rapture” (1965), también con una estupenda y contrastada fotografía en blanco y negro y formato anamórfico, así como “Shaft in Africa” (1973) o con John Frankenheimer en “The Fixer” (1968). Antes, en Francia, había destacado con “Rue de L’Estrapade” (Jacques Becker, 1953), “Les Liaisons Dangereuses” (1959), adaptación de Choderlos de Laclos a cargo de Roger Vadim, “Un Taxi Pour Tobrouk” (Denys de la Patellière, 1961), “Fantômas” (André Hunebelle, 1964), que seguramente le hizo ser director de fotografía de múltiples películas de Louis de Funès.

Como indicábamos, “Is Paris Burning?” fue una película de grandes medios, de modo que su uso del formato panorámico anamórfico, pero en blanco y negro, parece ser que fue debido a que las autoridades parisinas se negaban a dejar extender en sus calles banderas nazis en sus colores reales, de modo que para poder rodar en las calles de la ciudad, los cineastas tuvieron que emplear banderas negras y grises. En cualquier caso, la decisión de rodar en blanco y negro, aunque no fuera por completo una elección de los cineastas, le sienta bien a la película, además que permite la utilización de metraje real del conflicto intercalado entre el rodado para el film en determinados momentos. Le sienta bien porque, de alguna forma, el blanco y negro, con su textura granulada, le añade realismo a la proyección, aunque simplemente sea por el hecho de que las imágenes reales de la Segunda Guerra Mundial las hemos visto siempre en blanco y negro, lo que hace que se asimile este medio al documental. Hay que destacar eso sí que el final del film, cuando la ciudad ha sido ya liberada, luce a todo color en imágenes aéreas que terminan sobre la catedral de Notre Damme en su configuración anterior a su grave incendio.


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A pesar del blanco y negro, el formato anamórfico, en cualquier caso, le añade esa necesaria capa cinematográfica a la película, junto con la muy buena puesta en escena de René Clement, que incluye movimientos de cámara muy trabajados y un uso espectacular de todo el fotograma que ofrece el formato anamórfico, situando no solo a múltiples personajes muchas veces delante de la cámara, sino que siempre, además, muy bien repartidos y a veces, incluso en el extremo del encuadre, efecto que se ve potenciado por el uso de diálogos fuertemente direccionales en la banda de sonido estereofónica. La iluminación de Marcel Grignon muchas veces se ve comprometida por lo que parece la necesidad de haber utilizado, durante el rodaje, localizaciones reales en lugar de platós construidos específicamente para la ocasión. Ello hace que su estilo, muy clásico y a través de niveles de intensidad de luz muy elevados con luces duras hacia los actores y el decorado, a veces salga algo perjudicado, puesto que aparecen dobles sombras de vez en cuando y el director de fotografía se ve forzado a incrementar todavía más la luz de los interiores a fin de conseguir exponer correctamente los exteriores al mismo tiempo. Ello hace que la luz no sea lo más interesante de la estética del film, sino que ese trabajo de cámara tan preciso y tan bien ejecutado sea el punto fuerte de la propuesta.

Por todo ello, los resultados son muy notables, pues de veras la forma en que el film está rodado por René Clement es muy grandilocuente, con un extraordinario y a veces inusual uso del formato panorámico anamórfico, puesto que no es demasiado frecuente ver cómo se sitúan personajes tan en los bordes del mismo, mientras la cámara se mueve siempre de forma justificada y precisa. La iluminación de Marcel Grignon cumple perfectamente su cometido, ofreciendo un aspecto típico del cine de alto presupuesto de los años 60 aunque fuera en blanco y negro, con elevados niveles de iluminación pero mucho oficio, pues todas y cada una de las dificiles situaciones por las que seguramente tuvo que pasar el director de fotografía están perfectamente resueltas, aunque como indicábamos, el brillo (y seguramente la nominación al Oscar que obtuvo por este trabajo) tiene su origen o incluso su justificación en la forma en que la cámara se va moviendo de un personaje y de una situación a la siguiente, mientras los alemanes huyen de París y la resistencia francesa, con la ayuda de las tropas americanas, consigue recuperar la ciudad intacta.

Título en España: ¿Arde París?
Año de Producción: 1966
Director: René Clement
Director de Fotografía: Marcel Grignon
Ópticas: Panavision B-Series
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.35:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)

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