Dawn of the Planet of the Apes

Continuación directa del reboot de la serie llevado a cabo en 2011 con “Rise of the Planet of the Apes” en la que, diez años después de los acontecimientos mostrados en la primera película, el simio César ha organizado una colonia en los bosques del norte de San Francisco en la que él y sus congéneres viven en paz. Todo cambia cuando un grupo de humanos, supervivientes del virus que prácticamente terminó con nuestra raza, da con este enclave durante una expedición para tratar de conseguir electricidad mediante una pequeña presa cercana. Ningún miembro principal de la anterior entrega, con la excepción de Andy Serkis dando vida al simio César, ha repetido sus funciones en este film que, al igual que el anterior tomaba elementos de “Conquest of the Planet of the Apes” (J. Lee Thompson, 1972), hace lo propio con “Battle for the Planet of the Apes”, a su vez la continuación de aquélla, para mostrar el ocaso de la civilización humana y el auge de la de los simios, en una oscura confrontación que, al igual que el film del 2011, dista mucho de ser perfecto, pero aún así está inteligentemente escrito y dirigido, sobre todo teniendo en cuenta sus pretensiones de éxito veraniego. Jason Clarke, Gary Oldman y Keri Russell forman el reparto humano principal.

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El director de fotografía es el veterano neozelandés Michael Seresin [BSC], afincado desde hace muchos años en Inglaterra, en donde reside desde la década de los 60. De la mano de Alan Parker, con el que además ha rodado múltiples films entre los que destacan “Midnight Express” (1978), “Angel Heart” (1987) o “The Life of David Gale” (2003), se hizo un nombre en la publicidad, viajando por todo el mundo como operador/realizador de spots publicitarios, labor en la que ha centrado su carrera más que en el cine. Generalmente asociado en términos cinematográficos a un cine más independiente (con la excepción de sus colaboraciones con Alfonso Cuarón, “Harry Potter and the Prisoner of Azhkaban” y “Gravity”, cuyo rodaje finalizó después que Emmanuel Lubezki tuviera que dejarlo por circunstancias personales), su presencia en un film de estas características es toda una rareza que parece ser que es achacable exclusivamente al realizador Matt Reeves (“Cloverfield”, “Let Me In”), que como en sus películas anteriores, buscaba una imagen menos convencional y con más personalidad de lo habitual, circunstancia para la que Seresin, una suerte de versión tenebrista de Roger Deakins, era la elección idónea.

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Parece ser que Reeves quería haber empleado el formato panorámico anamórfico, que ya utilizara de la mano de Greig Fraser [ACS] en la mencionada “Let Me In”, pero sin embargo, la necesidad de rodar en formato 3D nativo –una novedad para Seresin, ya que “Gravity” fue post-convertida tras su rodaje- imposibilitaba la utilización de lentes anamórficas. Por ello, según la argumentación de Reeves, los cineastas se decantaron por emplear el formato estándar 1.85:1, ya que en palabras del realizador, la utilización de un formato 2.4:1 con lentes esféricas les hubiera obligado a utilizar focales más tendentes al angular, incrementando por consiguiente la profundidad de campo, cuando uno de los motivos por los que pretendía emplear el anamórfico era por su reducida profundidad. Lo peor de dicha decisión, que por otro lado podría haber potenciado los elementos verticales que aparecen en pantalla (como el bosque en el que habitan los simios) es que se trata de la primera película de la serie que renuncia al formato panorámico, por lo que crea cierta inconsistencia en este aspecto, aunque en un análisis individualizado el film no sufra en absoluto dicha circunstancia.

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Como en “Rise of the Planet of the Apes”, tanto el personaje simio principal como el resto de los mismos (que en esta ocasión son cientos), están generados por ordenador, mediante una combinación de técnicas que incluye el “Motion Capture” de “Avatar”, solo que esta vez rodando en exteriores. Por consiguiente, a pesar que Reeves y Seresin han pugnado por rodar el film lo máximo posible en localizaciones reales, una gran parte de las imágenes del mismo poseen un enorme retoque en post-producción, a cargo de la empresa WETA. Michael Seresin es conocido por su estilo naturalista, mezclado con una fuerte tendencia a imágenes oscuras y a su innata capacidad por crear imágenes muy estéticas. Siendo como decíamos una elección muy original para un film como éste, pero también una elección interesantísima, quedaba la duda de cómo iba a adaptar su estilo a un rodaje en el que tantos elementos –por la fuerte post-producción necesaria para integrar a gran parte de los personajes- escapaban a su control.

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Y en este aspecto, Michael Seresin no puede salir más airoso de esta película: su filosofía naturalista está completamente respetada a lo largo de todo el metraje. El film se inicia con una larga secuencia en la colonia de los simios en la que el tono azulado de las imágenes nos traslada de forma inmediata a un planeta Tierra en el que la tecnología ha dado paso a una vida salvaje, con cielos nublados, paisajes lluviosos y fuertes contrastes que nos hacen olvidar la existencia de la luz artificial. Ello se traslada a las primeras imágenes en lo que se supone que son los restos del distrito financiero de San Francisco, en la que la única luz que entra en los interiores lo hace a través de las ventanas, con marcadas transiciones desde una gran luminosidad a la penumbra absoluta. Seresin emplea siempre que puede una única fuente de luz, lo que hace que su trabajo sea muy creíble y, de forma sorprendente o no, se impone por completo a los elementos integrados en post-producción, que respetan su trabajo y por ello se integran de una forma muy veraz. No es, por lo tanto, la típica fotografía en la que un operador reputado se amolda al equipo de efectos y, a fin de facilitar el trabajo de éste, realiza un trabajo plano, poco contrastado y, a la postre, de escaso interés. Es, como “Gravity” –en la que después de ver su trabajo aquí, a nadie le sorprenderá que fuera el encargado de finalizarla- uno de esos escasos films en los que las imágenes digitales juegan un papel fundamental, pero aún así se puede apreciar muy bien la personalidad de su creador. Una vez vuelve la luz artificial a la ciudad, Seresin aprovecha para emplear fuentes integradas en pantalla y, sobre todo, para realizar una interesante distinción: si antes había escogido el azul para retratar las noches en la colonia de los simios, en la ciudad se decanta por el sodio, por lo que sus noches y la gran batalla están fotografiadas con una luz anaranjada que hace que las dos civilizaciones también contrasten de esta forma.

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Reeves hace un trabajo muy bueno detrás de las cámaras, en el que a los ojos del gran público seguramente destaque por encima de todo el plano secuencia que simula a una cámara sobre un tanque durante la batalla. Pero el realizador tiene tiempo de repetir una toma de “Let Me In” (la del accidente de coche, esta vez con la cámara fija en una autobús que da vueltas) y, sobre todo, de realizar un interesantísimo trabajo de puesta en escena a través del zoom (algo que huele a influencia de Seresin): no sólo hay algún zoom de estilo plenamente setentero –como el que comienza en un primer plano muy cerrado de César, abre el cuadro y termina con éste dando la orden de ataque-, sino que gran parte de la película los usa para hacer leves correcciones del encuadre, acercamientos y alejamientos, que incrementan el dinamismo y la tensión de las escenas. Así pues, sin ser una puesta en escena de una enorme inspiración, sí que demuestra que detrás de las cámaras hay alguien muy interesado en dotar a la película de cierta personalidad, lo que sin dudas consigue a lo largo de gran parte de la proyección.

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Quizá el conjunto no sea tan superior a “Rise of the Planet of the Apes” como se ha dicho –o quizá es que para el que escribe estas líneas, la película de Rupert Wyatt ya era también muy estimable-, pero visualmente, se trata de un producto extraño, porque dentro de las tremendas necesidades de efectos y de la elevada perfección de un gran número de los mismos (sobre todo los relativos a la credibilidad de los simios y sus movimientos), se trata de una de esas escasas películas en las que el director de fotografía no queda aplastado por el trabajo de post-producción. Y lo que es mejor de todo, el trabajo del mismo que llega a la gran pantalla no solo mantiene su estilo habitual, sino que éste es tan notable e interesante como siempre.

Título en España: El Amanecer del Planeta de los Simios
Año de Producción: 2014
Director: Matt Reeves
Director de Fotografía: Michael Seresin, BSC
Ópticas: Leica Summilux-C & Fujinon Premier
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa M (ArriRaw, 2.8K), 1.85:1
Otros: formato 3D nativo

Vista en DCP 2D

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.