Creed

Spin-off de “Rocky” o séptima entrega de la serie, según se mire, que tiene como protagonista al hijo ilegítimo de Apollo Creed (Michael B. Jordan). Adonis Creed vive en una mansión con la que fuera esposa de su padre (Philycia Rashad), que le ha proporcionado una buena formación y la posibilidad de trabajar en una empresa importante a través de la misma. Sin embargo, Adonis desea seguir los pasos de su padre y realiza pequeños combates no profesionales, por lo que deja su trabajo y pretende recibir entrenamiento en Los Ángeles. Sin embargo, allí es rechazado y por ello decide viajar a Filadelfia para ser entrenado por el que fuera rival de su padre, Rocky Balboa (Sylvester Stallone). “Creed” es, en esencia, un remake de la película original de John G. Avildsen, en el que un soberbio Stallone básicamente realiza el mismo papel que Burguess Meredith en la película original. Ello hace que el planteamiento sea algo esquemático y que el desarrollo del mismo no esté exento de ciertos sentimentalismos en lo relativo al decadente Rocky (en la línea amarga de la sexta entrega, “Rocky Balboa”) pero el realizador Ryan Coogler lo filma de forma muy acertada –atención a los combates- y extrae unas interpretaciones muy potentes del dúo protagonista, por lo que el conjunto está a un nivel muy superior del que en principio cabría esperar de un producto tan prefabricado como este.

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La directora de fotografía es la francesa Maryse Alberti, que sin embargo es americana de adopción ya que se formó en el American Film Institute y ha desarrollado toda su carrera en los EEUU desde que comenzase a trabajar en la década de los 90. Entre sus películas destacan “Velvet Goldmine” (Todd Haynes, 1998), “Happiness” (Todd Solondz, 1998) y más recientemente “The Wrestler” (Darren Aronofsky, 2008) o “The Visit” (M. Night Shyamalan, 2015), además de muchos documentales (entre ellos, “When We Were Kings”, 1996) género en el que continúa activa a pesar de su éxito en largometrajes. Su estilo, por lo tanto, está identificado con un tipo de cine muy veraz y real, a veces rodado con pocos o limitados medios, o incluso en el film de Shyamalan, imitando un falso documental. Este tipo de imagen real u honesta es toda una declaracion de intenciones del tipo de película que es “Creed”: una revisión de la película original que tiene mucho más de drama humano que de película de deportiva o de espectáculo. Alberti, además, sigue así los pasos de los directores de fotografía James Crabe (“Rocky”), Bill Butler (“Rocky II”, “Rocky III, “Rocky IV”), Steven Poster (“Rocky V”) y Clark Mathis (“Rocky Balboa”) y, por primera vez en la serie recurre al formato panorámico como relación de aspecto, empleando generalmente ópticas esféricas Cooke S4, además de zooms Angenieux Optimo. El film, además, está rodado digitalmente con la cámara Arri Alexa en Arriraw, aunque la adquisición digital no es del todo novedosa en la serie porque no hay que olvidar que Mathis ya rodó el combate final de la sexta entrega en formato HD emulando una emisión televisiva.

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Estéticamente, “Creed” es coherente con la filosofía de Alberti en sus otras películas, aunque si es comparada por ejemplo con “The Wrestler”, su trabajo es infinitamente más pulido y, por supuesto, la diferencia de textura entre un Super 16mm –formato del film de Aronofsky- y una Arri Alexa hace que el metraje de esta última parezca transparente en términos comparativos, sin la inmediatez documental del diminuto negativo y su aparente grano. La imagen de interiores está captada haciendo uso de niveles de iluminación muy bajos. Incluso en muchas ocasiones, además de bajos, son demasiado planos, pues Alberti, en su pretensión de crear ambientes reales, prescinde por ejemplo de utilizar un poquito de contraluz para separar a los actores de los fondos. Ello hace que con los actores de raza negra, en lugares oscuros y con poca luz, las imágenes queden demasiado empastadas y sin tridimensionalidad. Sin embargo, la imagen mejora mucho en otras circunstancias, no solo ya en los exteriores, que por supuesto son muy realistas y directos, sino en interiores día y casi cualquier otra circunstancia en que Alberti no emplea niveles de luz tan sumamente reducidos, ni luces tan suaves y difusas. En los interiores del gimnasio, por ejemplo, sí utiliza una mezcla de luz dura entrando por las ventanas y fuentes fluorescentes integradas que sí ofrecen ese contraste que se echa en falta en los interiores nocturnos. Además, es refrescante la filosofía que emplea con Michael B. Jordan y Stallone, a los que no sigue por el set con una luz suave en todo momento, sino que con frecuencia se mueven entre sombras y con un leve relleno y luz de ojos para poder verlos, aunque se trate de escenas actorales y emotivas.

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En cuanto a los combates, los mismos destacan por lo que parece una mezcla de rodaje real en pabellones en los que el cuadrilátero está rodeado de público, así como otros planos en los que el equipo de rodaje está disfrutando de las comodidades de un set en el que éste está rodeado de pantallas verdes y estos fondos se han sustituido posteriormente en post-producción. Ello no hace ni mucho menos que el film sufra; al contrario, parece que ha permitido al director repetir y realizar tomas de boxeo sin la necesidad de tener tantísimos y costosísimos extras en los segundos términos. Estéticamente, el mejor de los combates es el más pequeño, algo que ya sucedía en la película original. En este caso se trata de un plano-secuencia muy interesante con la acción ambientada en Tijuana (México), y como hizo James Crabe, Alberti lo ilumina cenitalmente con mucho humo de ambiente, quedando el público –a medida que está más lejos del cuadrilátero- en penumbra.

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Precisamente los planos-secuencia son lo más destacable de una puesta en escena que apuesta generalmente por tomas largas y que deja respirar los planos en pantalla. Aunque Alberti, pretendidamente, no proporciona demasiados momentos de especial brillantez estética –más allá, quizá, de la aparición de Conlan en el ring a cámara lenta y entre luz azulada de contra-, Coogler sí que recurre en varios momentos a las diversas velocidades de cámara y obturación para sus secuencias de entrenamiento y de combate, así como a movimientos de Steadicam dentro del cuadrilátero, que sitúan al espectador más cercano a la acción y marcan la diferencia con respecto a una emisión televisiva, en la que las cámaras estarían situadas más lejos y equipadas con largos zooms para acercarse o alejarse de los boxeadores. Los resultados, sin ser especialmente brillantes, sí que son muy sólidos. La película, sin embargo, aunque lo intenta a fondo y está mucho más cerca de lograrlo de lo que cabría esperar, no alcanza la emotividad del original, aunque lo cierto es que con la utilización de la música de Bill Conti en exclusivamente durante el combate final sí que logra poner la piel de gallina incluso a los que no somos especialmente fans de esta saga.

Título en España: Creed. La Leyenda de Rocky
Año de Producción: 2015
Director: Ryan Coogler
Director de Fotografía: Maryse Alberti
Ópticas: Cooke S4, Angenieux Optimo
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (Arriraw, 2.8K), 2.4:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.