Breaking Bad

Serie creada por Vince Gilligan para el canal norteamericano AMC, en la cual, a lo largo de un total de cinco temporadas y sesenta y dos capítulos, presenciamos la espiral en la que se adentra su personaje principal, Walter White (Bryan Cranston). Éste, un profesor de química de instituto de mediana edad, descubre que tiene un cáncer de pulmón incurable, por lo que a fin de dejar algo de dinero a su esposa, Skyler (Anna Gunn), que además está embarazada, así como a su hijo adolescente, aquejado de invalidez por parálisis cerebral, se adentra en el peligroso mundo de “cocinar” metanfetamina, con la ayuda de un joven traficante (Aaron Paul), que además había sido su alumno tiempo atrás. Las cosas se complican todavía más porque el cuñado de Walter, Hank (Dean Norris), es un agente de la brigada antidroga de los EEUU (la DEA). “Breaking Bad” es un hito televisivo emitido entre 2008 y 2013, en el que destacan quizá, por encima de todo, las excepcionales intepretaciones de un elenco de actores en estado de gracia, así como unos guiones modélicos que, a medida que avanza la serie, hacen al espectador permanecer enganchado a la televisión mientras el final se aproxima a toda velocidad. Betsy Brandt, RJ Mitte, Bob Odenkirk, Steven Michael Quezada, Jonathan Banks, Mark Margolis o Giancarlo Esposito, entre muchos otros, forman ese excepcional reparto.

“Breaking Bad” destaca, algo más de diez años después de su estreno, porque la producción completa fue rodada en formato 35mm, algo que, curiosamente, permite que su calidad en HD sea excepcional, al no haber sucumbido a alguno de los métodos de adquisición digital de la época (Panavision Genesis, Sony F35, la primera Red One, o la Arri D21) que aún no podían rivalizar realmente con un buen negativo. Además, prueba de las intenciones de Gilligan, el piloto de la serie contó ni más ni menos que con la presencia del director de fotografía norteamericano John Toll [ASC], el ganador de dos Oscar en los años 90 por “Legends of the Fall” (Edward Zwick, 1994) y “Braveheart” (Mel Gibson, 1995), además del premio de la American Society of Cinematographers (ASC) por su magnífica labor a las órdenes de Terrence Malick en “The Thin Red Line” (1998). Toll, cuya labor se limitó a ese primer episodio, fijó las bases del “show” y dejó a cargo del mismo al veterano Reynaldo Villalobos, viejo conocido suyo, ya que fue uno de los directores de fotografía para los que Toll trabajó como operador antes de dar el salto al puesto de primer operador a comienzos de los 90. Villalobos lo dejó con la primera temporada, con seis episodios, por lo que el grueso de la serie (50 capítulos) fue fotografiada por Michael Slovis [ASC], que además también dirigió cuatro episodios, lo que obligó, mientras preparaba los suyos o los dirigía, a que otros operadores se hicieran cargo provisionalmente de la serie: Arthur Albert (3), Peter Reniers (2), Nelson Cragg (2) y Marshall Adams (1). Albert y Adams, precisamente, son quienes se han hecho cargo del spin-off de “Breaking Bad”, “Better Call Saul” (2014).

John Toll siempre ha sido conocido como un director de fotografía naturalista, capaz de extraer lo mejor de la luz natural y de dotar a sus trabajos de un aspecto realista. Esa vertiente de Toll aparece sobre todo en sus primeros trabajos, como “Wind” (Carroll Ballard, 1992), además de en aquéllos por los que obtuvo sus múltiples premios y nominaciones. Desgraciadamente, ya en los 2000, Toll cayó en una serie de películas cuyo estilo no le favorecía demasiado (cargadas de efectos visuales, cuando él se considera así mismo un operador “no técnico”), pero por suerte, el piloto de “Breaking Bad”, aún con sus limitaciones presupuestarias, le permitió fijar un aspecto realista que le iba muy bien. En los interiores, en su mayoría decorados construidos y que se repiten una y otra vez a lo largo de las cinco temporadas, introduce sus tradicionales fuentes integradas o luz a través de las ventanas, mientras que los exteriores intentan hacer uso de la luz disponible gracias al rodaje a contraluz, así como algunos filtros degradados neutros para controlar las exposiciones de los cielos y polarizadores para conseguir una mayor saturación de los mismos, ya que el contraluz y exponer para los rostros, como es sabido, no favorece precisamente que los cielos se muestren azules. El contraste de color entre esos cielos y el color intenso de la arena del desierto de Nuevo México (la serie está ambientada en Albuquerque y también rodada allí) son una constante a lo largo de las cinco temporadas.

Cuando Reynaldo Villalobos se hizo cargo del resto de la primera temporada resulta evidente que se produce una caída de calidad en cuestión de fotografía. El veterano operador, ya retirado, mantuvo sin embargo el aproximamiento cámara al hombro (con lentes Cooke S4, una elección de Toll en el piloto) del que hace una seña de identidad prácticamente toda la serie, pero su luz no está a la altura de la de Toll: a veces resulta especialmente molesta su luz de ojos constante sobre Skyler (Anna Gunn), o cómo, para hacer llegar luz a algunos lugares, emplea aparatos fresnel dirigidos hace los actores, en lugar de las grandes fuentes, contrastadas y difuminadas, que habría usado Toll para conseguir un gran contraste, como en el piloto sin ir más lejos. Con la llegada de Michael Slovis en la segunda temporada las cosas mejoran, aunque no sustancialmente. Este operador abandona esa molesta luz de ojos a la que hacíamos mención, esforzándose por encontrar otros métodos (generalmente la luz frontal) para favorecer a Anna Gunn, pero al aspecto sigue siendo algo luminoso y a veces monótono. Eso sí, cuando la acción se traslada al sur de la frontera, a México, Slovis no tiene rubor alguno en introducir un fuerte filtraje con filtros tipo Coral, Chocolate o Tobacco, con densidades fuertes, que hacen que la paleta se torne fuertemente anaranjada en esas ocasiones. También hay un uso del blanco y negro en los adelantos o “Fast Forward” que ofrece la narración, o de time-lapses rodados con cámaras de fotos digitales para determinados instantes. El aspecto en las temporadas segunda y tercera es mundano y nada especial, reforzándose la sensación de que lo mejor de la serie, sin dudas, no se encuentra en su estética.

Sin embargo, en un sorprendente cambio de registro, a partir de la cuarta temporada, Slovis y sus directores de fotografía (los denominamos así puesto que, como indicábamos, varios de los episodios que no firma él mismo los dirigió, mientras que los operadores contratados para sustituirle cuando él se encontraba preparando algún episodio que iba a dirigir, siguen exactamente sus pasos) llevan a cabo un notable giro hacia la oscuridad. Aprovechando los constantes contraluces que parece que le gustan tanto a Slovis (cada personaje casi siempre tiene uno en casi toda circunstancia), los operadores comienzan a reducir los niveles de luz frontal y lateral y, en muchos episodios, reina la penumbra, aparecen siluetas y la oscuridad, al igual que de Walter White, empieza también a apoderarse de la pantalla. No estamos hablando de un aspecto especialmente sutil, o especialmente bien ejecutado, pero a través de haces de luz y contraluces sí que hay una imagen que presenta una atmósfera de tensión y que refleja bien, aún dentro de su cierta tosquedad, el drama y las situaciones desesperadas que viven los personajes. En cierto modo, a medida que mejora la serie, mejora el aspecto visual, quien sabe si también porque Slovis fue cogiendo práctica o, seguramente, mucha más confianza, fuerza y puede que cierta libertad para presentar una imagen más interesante que la de los comienzos de su labor en la serie, destacando casi siempre las buenas noches bajo grandes aparatos de luz de tungsteno a contraluz imitando los efectos de la luz de sodio mediante geles tipo Industry o Urban Sodium.

Sin embargo, su trabajo, como indicábamos, dista de ser perfecto. En primer lugar, esos contraluces incesantes a menudo son algo molestos porque no tienen justificación alguna, a pesar que, precisamente los mismos, muy avanzada la serie y cuando ya estamos acostumbrados a ellos, sean empleados para crear dramatismo. Luego porque a veces la continuidad de la luz dista de ser óptima; es una serie en la que no es infrecuente que de los planos generales a los primeros planos haya cierta pérdida de raccord, generalmente porque el operador modifica los planos cortos para mejorar el aspecto de los actores. En este sentido, no ayudan demasiado las continuas variaciones de aspecto de Anna Gunn durante la serie: en la primera temporada, aunque hace de mujer embarazada, posee un rostro delgado y alargado, lo que hace que Slovis, en la segunda y tercera, se esfuerce por introducir una luz más frontal que trata de hacer que su rostro sea más redondo. Sin embargo, en la cuarta, la actriz tuvo problemas de salud que generaron un sobrepeso con respecto a temporadas anteriores, por lo que Slovis vuelve a intentar mostrarla más delgada con menos luz frontal y más lateral. Y para la quinta, recuperado el peso de la tercera, vuelve la luz frontal. Quizá, además, aunque se trate de un recurso típico, el uso y abuso de filtros cuando la acción se traslada a México sea demasiado evidente.

Sin embargo, poco indicábamos, ello no hace que “Breaking Bad” sufra en absoluto. De hecho, podría argumentarse perfectamente que su fotografía es una de esas que pertenecen a las que no molestan: su estética realista es más o menos convincente y rara vez (es decir, salvo en México) resulta exagerada, por lo que resta muy pocas veces y, especialmente en la cuarta y quinta temporadas, contribuye a que el ambiente o atmósfera acompañe y matice muy bien a la narrativa. Y, precisamente, al no molestar, permite que los guiones, la puesta en escena de algunos episodios (“Ozymandias”) o actores como Bryan Cranston o Aaron Paul brillen de forma rotunda, sobre todo el primero, que dibuja a lo largo de la serie un personaje con un arco de desarrollo tan brutal como pocas veces visto en una pantalla, sea grande o pequeña.

Título en España: Breaking Bad
Año de Producción: 2008 a 2013
Directores (principales): Michelle MacLaren, Adam Bernstein, Vince Gilligan, Colin Bucksey, Michael Slovis, Rian Johnson.
Directores de Fotografía: John Toll, Reynaldo Villalobos, Michael Slovis, Arthur Albert, Marshall Adams, Peter Reniers, Nelson Cragg.
Ópticas: Cooke S4, Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5203 (50D), 5213 (200T), 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 3-perf Super 35, 1.78:1

Vista en HDTV

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© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2019.