Bone Tomahawk
Curioso Western con el que debuta en la dirección S. Craig Zahler, que partiendo del argumento tradicional de una persona secuestrada por indios, termina derivando a un relato fantástico o de terror. Kurt Russell interpreta con su solvencia habitual al Sheriff del pueblo, encargado de liderar la expedición de rescate, acompañado por su ayudante viudo (Richard Jenkins), un pistolero fanfarrón (Matthew Fox) y el esposo de la mujer secuestrada (Patrick Wilson). Los resultados son algo desiguales, ya que quizá se ven lastrados por una duración exagerada y, especialmente, por un tramo central muy alargado, además que el giro de la historia en el último tercio contiene elementos que claramente requieren la suspensión de la credibilidad por parte del espectador. Aún así, la película contiene cierto interés precisamente por la fusión de géneros que lleva a cabo, bien integrada en la trama y que a buen seguro hará las delicias de los “die-hard” fans del fantástico-terror.
El director de fotografía de la película es Benji Bakshi, sin aparente relación con el famoso director de cine de animación con el que comparte apellido. Antes de ver la presente obra, Bakshi era además un completo desconocido para el autor de estas líneas, ya que aparentemente es un director de fotografía que anteriormente había estado activo sobre todo en cortometrajes, siendo “Bone Tomahawk”, aún con su reducido calendario y presupuesto, el primer título importante del que se hace cargo. Como suele ser habitual en estos casos, el moderado éxito de la película, llamada además, por su cruce de géneros, a ser uno de esos títulos “de culto”, ha supuesto un importante empujón en su carrera, ya que actualmente se encuentra ocupado con la serie “The Crossroads of History”, además de tener ya varios títulos rodados y pendientes de estreno.
Para los estándares norteamericanos, “Bone Tomahawk” es una película de un presupuesto muy bajo (1,8 millones de dólares) y un calendario de rodaje muy reducido, de apenas cuatro semanas escasas de duración. Ello por supuesto conlleva que el rodaje, forzosamente, tuvo que ser muy rápido y que los cineastas no tuvieron excesivas posibilidades de pulir detalles. Sin embargo, hay un aspecto que chirría de esta producción aún por encima de las limitaciones de tiempo y presupuesto (aunque puede estar íntimamente ligada con este hecho) y es el rodaje en un formato HD de alta resolución (la Red Epic Dragon) con ópticas que también son absolutamente nítidas y contrastadas. Como es sobradamente conocido, la Epic Dragon rueda en un formato RAW con compresión y con resoluciones de hasta 6K. Aunque puede ser utilizada con muchas configuraciones en ambos apartados, lo normal para una producción de estas características es utilizar un formato de alrededor de 5K, puesto que en el mismo, el sensor tiene un tamaño muy similar al tradicional Super 35mm (3-perf) y todas las ópticas diseñadas para este formato (aparecido a primeros de los años 80) son perfectamente compatibles. Sin embargo, si bien muchos cineastas prefieren utilizar lentes no tan modernas con este tipo de cámaras HD de alta resolución, precisamente para contrarrestar su dureza y aspecto de vídeo, en “Bone Tomahawk”, bien a propósito o bien por presupuesto, Zahler y Bakshi han rodado con ópticas que, combinadas con los 5 ó 6K, producen un aspecto absolutamente nítido y contrastado que difícilmente encaja con un Western al uso (género en el que el film encaja durante 90-100 minutos).
Quizá lo mejor de la estética sean las secuencias de apertura, ambientadas por la noche en un pueblo americano del siglo XIX. La imitación de las fuentes de luz de la época (faroles, farolillos, velas, etc) está ejecutada de forma algo convencional por Bakshi, empleando una combinación de luz suave (linternas chinas, chimeras, etc) y luces PAR rebotadas en puntos estratégicos del escenario. El aspecto no contiene nada especialmente destacable (quizá algún contraluz un poco obvio, o variaciones en la intensidad de las lámparas practicables de la habitación en la que se encuentra el personaje de Patrick Wilson, posiblemente achacables al etalonaje), aunque los negros son realmente profundos y los niveles de intensidad de luz parecen bajos. Pero una vez que la película se traslada a los exteriores, en su mayor parte rodados cerca de Los Angeles por motivos presupuestarios, es donde comienza a apreciarse, de un lado, el exceso de nitidez, con una imagen demasiado detallada y rabiosa, así como especialmente el segundo problema de la proyección: una corrección de color demasiado intrusiva, encaminada a mostrar una paleta y gama cromática de un marrón-amarillento que hace que la imagen sufra mucho. Y es que en formatos digitales, incluso en RAW como en el caso que nos ocupa, parece que al virar la imagen hacia tonos cálidos de forma algo forzada se pierde mucha información de colores del espectro contrario; si bien en celuloide este aspecto se buscaría doblando el filtro 85 o bien con filtros de Coral, en digital suele hacerse en la corrección de color eliminando casi por completo los tonos fríos. El resultado es una imagen que, de alguna manera, parece falta de color, como si de todos los colores que puede captar o capturar una Epic Dragon, en pantalla se estuviesen mostrando menos de la mitad. Por tanto, con su excesiva nitidez y colores virados y poco naturales, la imagen de “Bone Tomahawk” resulta muy artificial y rara vez agradable a lo largo de sus más de dos horas de proyección.
Zahler, no obstante, aunque se toma su tiempo en exponer la historia y más aún en hacer que esta avance, un poco a la manera de los clásicos, opta en cambio por una puesta en escena radicalmente opuesta, ya que no es una película en la que abunden las tomas amplias o generales (más allá de algunos pocos planos de situación) y sí es, en cambio, un claro ejercicio de cámara móvil y al hombro, recurso que está empleado extensivamente a lo largo de la película. Los resultados, por lo tanto, no están especialmente conseguidos a nivel estético, por todo lo expuesto, aunque sí es cierto que algunas noches, muy oscuras, así como otros instantes resueltos de manera sencilla (con aparatos HMI lejanos, sin más intención que iluminar un poco a los personajes, dejando que el área que los circunda caiga a negro) prácticamente son de agradecer en un genero que habitualmente, por el propio presupuesto que requiere y maneja, suele utilizar grandes áreas de luz en sus escenas nocturnas. Un rodaje en 35mm, con una profundidad de campo más reducida, hubiera ayudado mucho a mejorar la textura y seguramente el color, pero desgraciadamente ya no es un soporte que esté al alcance de mucha gente, sino de unos pocos elegidos.
Título en España: Bone Tomahawk
Año de Producción: 2015
Director: S. Craig Zahler
Director de Fotografía: Benji Bakshi
Formato y Relación de Aspecto: Red Epic Dragon, 2.4:1
Vista en Blu-ray
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2017.