Birdman

Extraña película dentro de la filmografía del realizador mexicano Alejandro G. Iñárritu (“21 Grams”, “Babel”), acerca de un actor decadente (Michael Keaton, en un papel autoparódico), famoso dos décadas atrás por haber interpretado a un superhéroe, que decide arriesgarlo todo para dirigir, producir e interpretar un papel en una obra de teatro en Broadway. Como en el clásico de François Truffaut “La Nuit Américaine”, el film de Iñárritu es una comedia dramática que destripa los entresijos de una obra de teatro, con los problemas que suponen sus ensayos, las dudas de su autores, los problemas, egos y relaciones entre los miembros del reparto, etc. Todo ello funciona muy bien hasta pasados los dos tercios de proyección, gracias al superlativo nivel técnico aportado por Emmanuel Lubezki, el ritmo de la dirección y las grandes interpretaciones de un elenco que se completa con Edward Norton, Naomi Watts, Emma Stone, Zach Galiafianakis, Andrea Riseborough o Amy Ryan. Llegado ese punto, el nivel baja notablemente, especialmente cuando el realizador –cuyo cine anterior peca de ser excesivamente discursivo y maniqueo- fuerza la situación para introducir su propio mensaje, forzando al espectador a que éste interprete exáctamente lo que el quiere, en lugar de dejar que los hechos en pantalla hablen por sí solos. Aún así, “Birdman” contiene mucho cine (gran cine a ratos) y es sin duda uno de los platos fuertes de la temporada.

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El director de fotografía, como indicábamos, es el mexicano Emmanuel “El Chivo” Lubezki [ASC, AMC], lo cual en cierto modo es una sorpresa, ya que todo el cine anterior de Alejandro G. Iñárritu había sido fotografiado por su también compatriota Rodrigo Prieto (“Argo”, “The Wolf of Wall Street”). Desconocemos si el cambio se debe a un problema de agenda o al fin de la relación profesional entre Prieto y el realizador, aunque sí es cierto que éste ya había trabajado previamente con Lubezki en anuncios publicitarios, así como que Lubezki, en el momento de escribir estas líneas, ya está rodando la próxima película de Iñárritu, «The Revenant». Poco se puede añadir a estas alturas respecto a la obra y filmografía del que seguramente sea el operador más prestigioso del mundo en estos momentos: acumula cinco nominaciones al Oscar (“A Little Princess”, “Sleepy Hollow”, “The New World”, “Children of Men”, “The Tree of Life”), un premio (“Gravity”), tres premios de la American Society of Cinematographers (ASC) y un historial que incluye colaboraciones con directores como Alfonso Arau, Ben Stiller, Alfonso Cuarón, Mike Nichols, Martin Brest, Michael Mann, Joel & Ethan Coen y Terrence Malick, en películas como “Reality Bites”, “Ali”, “Burn After Reading” o “To The Wonder”, entre otras.

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Los escenarios en que transcurre la acción son reducidos: el teatro, con su escenario, sus pasillos, camerinos, etc. así como un bar adyacente, un par de azoteas y una calle de la zona de Broadway, en el corazón de Manhattan. Y quizá, dentro de los muchos aspectos destacables que tiene el que seguramente sea el trabajo del año, el principal de los mismos sea el hecho de que la película está rodada con la pretensión de que la totalidad de la misma parezca un plano secuencia único. Obviamente, hay muchos cortes, aunque cada plano realmente dura de media varios minutos, pero ni Iñárritu ni Lubezki pretenden engañar a nadie; aunque existen planos unidos mediante los típicos cortes durante paneos rápidos, planos sobre espaldas, paredes, etc., en otros momentos “Birdman” contiene transiciones como por ejemplo, al final de una conversación, en la calle, por la noche, el encuadre se queda fijo mostrando un edificio; entonces entra un time-lapse y, cuando es completamente de día, la cámara vuelve a moverse partiendo desde el mismo plano fijo, etc. Porque la acción del film no transcurre además en tiempo real, ni mucho menos, a veces estos trucos se utilizan para crear sorpresas narrativas (por ejemplo, se muestra a los actores ensayando en una larga toma, uno de ellos se va por un pasillo detrás del escenario, vuelve –sin cortes aparentes- y cuando está de nuevo en el escenario, el teatro está lleno de gente, ya en una verdadera representación). En muchos aspectos, podría decirse que si “Gravity” fue para Lubezki una experiencia de planos secuencia en un entorno fuertemente digital, “Birdman” es una vuelta a un terreno más parecido al de “Children of Men”, solo que empleando la Arri Alexa en su lugar, parece ser que, además, forzando su sensibilidad hasta los 1280 ASA, circunstancia en la que la imagen, en proyección, continúa siendo excelente.

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Curiosamente, toda la película está rodada en dos únicas focales (un 14mm y un 18mm), pero no son de una misma serie de ópticas, sino que una de ellas es un Leica Summilux-C y la otra, un Arri/Zeiss Master Prime. Este atentado al sentido común, como seguramente lo interprete un purista, no es perceptible en la gran pantalla, ya que, de hecho, es muy dificil diferenciar siquiera el pequeño cambio de perspectiva que supone pasar de un 18mm a un 21mm, o viceversa. Así pues, la puesta en escena de “Birdman” parece fuertemente influenciada por Lubezki, o al menos se parece mucho más a los trabajos previos de éste con Alfonso Cuarón, que a los de Iñárritu con Rodrigo Prieto. La iluminación de Lubezki está a la altura de lo que se espera de él, a pesar de que las dificultades del proyecto son evidentes; las largas tomas, con cámara al hombro y/o Steadicam exclusivamente, actores que cambian de estancia dentro del teatro, lentes angulares, etc. obligan al operador mexicano a integrar, si no toda, el 99% de su iluminación en el propio decorado. Ello hace que “Birdman” sea uno de los trabajos de Lubezki en los que éste puede hacer gala de sus dos máximas virtudes: su dominio de la luz artificial, así como su capacidad para obtener imágenes de una estética absolutamente natural. A veces, como cuando trabaja con Malick, mediante la luz disponible y el manejo de la misma, u otras, como en el presente caso, utilizando todas las luces y recursos disponibles para un director de fotografía: HMIs de gran potencia (la luz que entra por la ventana del camerino de Keaton… ¿un guiño a Conrad Hall y “Fat City”?), un bastidor de difusión encima de los actores en el escenario, fluorescentes y LEDs integrados en pasillos, las luces de la ciudad en las escenas nocturnas en la azotea, proyectores de teatro, todo ello mezclando diferentes luces de diferentes colores y texturas, a fin de crear un ambiente absolutamente verídico.

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El resultado, a nivel visual, es grandioso. Es imposible decir si se trata del mejor trabajo de “El Chivo”, pero desde luego, tampoco se puede clasificar en un escalón inferior a sus grandes logros junto a Terrence Malick o Alfonso Cuarón. Desde la misma concepción visual del proyecto, por mucho que ésta se deba al realizador, “Birdman” es un suicidio que el operador mexicano no solo consigue salvar, sino que obtiene para el mismo una imagen de gran calidad y de gran perfección técnica a pesar de las dificultades a la hora de iluminarlo, a la hora de mover la cámara con precisión, coreografiar a los actores –muy importante la ayuda de éstos- o incluso, para poder realizar correctamente el enfoque a aperturas de diafragma muchas veces muy abiertas y marcas variables, de esas que se corrigen sobre la marcha. En el debe únicamente quedan dos circunstancias: la primera de ellas, que las lentes angulares, cuando se ubican tan cerca de los actores, quizá introduzcan demasiada distorsión en el rostro de éstos, aunque es posible que también sea algo voluntario, dado el histrionismo de mucho de lo que sucede en pantalla. Y la segunda, es que las escenas nocturnas de azotea, entre Emma Stone y Edward Norton, parece que sufren de algún tipo de “motion blur”, como si se hubieran rodado alargando la velocidad de obturación, lo que hace que tengan cierto aspecto de vídeo. Nada excesivamente grave, por otro lado, teniendo en cuenta que “Birdman” es un auténtico festín para los amantes de la puesta en escena y la fotografía cinematográfica, además de una película destinada a funcionar notablemente a nivel popular.

Título en España: Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)
Año de Producción: 2014
Director: Alejandro G. Iñárritu
Director de Fotografía: Emmanuel Lubezki, ASC, AMC
Ópticas: Leica C-Summilux, Arri/Zeiss Master Primes
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K), 1.85:1
Premios: American Society of Cinematographers (nom)

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2015.