American Beauty

Debut en la dirección cinematográfica de Sam Mendes, hasta entonces director teatral, quien sobre la base de un guión de Alan Ball, ejecuta una sátira sobre la aparente belleza inherente al estilo de vida americano y las miserias que oculta el mismo. Kevin Spacey interpreta a un padre de familia que no se soporta mutuamente con su mujer (Annette Bening), mientras que fantasea con la mejor amiga (Mena Suvari) de su hija (Thora Birch). Por otro lado, el nuevo vecino (Wes Bentley) se dedica a grabar a ésta mientras intenta que su padre, un antiguo marine (Chris Cooper) no se entere de que se dedica a trapichear con drogas. Es extraño que una película en la que realmente no hay un personaje con el que identificarse (incluso el personaje de Spacey es demasiado extravagante) tuviera un éxito tan grande como el presente film, fuera ganador de cinco premios Oscar (película, director, guión, actor principal y fotografía) y se haya convertido en una obra tan respetada, más de veinte años después de su estreno. Los resultados, en perspectiva, funcionan quizá mejor en la parte cómica que en la dramática, siendo especialmente fallida y carente de motivaciones su parte final, en la que el guión trata de atar demasiados cabos para dejar clara al espectador la idea que mueve a la película en sí.

El director de fotografía fue el muy veterano Conrad L. Hall [ASC], quien por aquél entonces contaba con 73 años de edad y con una carrera muy exitosa tras de sí. En cierto modo era lógico que un director de fotografía de gran calibre fuera el designado para el proyecto, ya que se trataba de una película importante y estaba en manos de un director debutante, pero parece ser que el primer operador al que se le ofreció fue Fred Elmes [ASC], conocido sobre todo por su retrato urbano en “Blue Velvet” (David Lynch, 1986), o por su reciente trabajo para Ang Lee en “The Ice Storm” (1997), que a priori le hacían un candidato ideal. Pero a Elmes no le gustó el guión y rechazó la película, de modo que la misma cayó en manos de Hall. El veterano operador, ganador del Oscar por “Butch Cassidy and the Sundance Kid” treinta años atrás, congenió lo suficiente con Sam Mendes como para repetir con él en su segundo largometraje (“Road to Perdition”, 2002). Y no en vano, Conrad Hall obtuvo su segunda y su tercera estatuilla dorada (esta última, póstuma) por estos dos trabajos, completando una carrera que incluía importantes trabajos para Richard Brooks, John Boorman, John Huston, John Schlesinger, Bob Rafelson, Robert Towne o Steven Zaillan, entre otros cineastas.

Sin embargo, quizá el premio obtenido por el presente film fuera muy exagerado, más encaminado a premiar toda la carrera del director de fotografía, que por los propios méritos individuales que esconde “American Beauty”. De hecho, seguramente el hecho de que la película fuera tan premiada en su año -a pesar de ser una temporada de fuerte competencia- contribuyó decisivamente a que Conrad Hall obtuviera primero su nominación y, posteriormente, la propia estatuilla. Y no es que se trate ni muchísimo menos de una mala fotografía, sino más bien al contrario, pero tampoco es una película ni tan estilosa, ni tan bien rodada, ni tan bien iluminada como para hacerse con tal distinción. Se trata de una película urbana como se ha comentado, cuyo desarrollo como sátira permite a Hall moverse entre imágenes de comedia y de drama, pero que realmente más allá del oficio del gran director de fotografía norteamericano, no tiene mucho más. Destaca quizá la película en este aspecto por adecuarse a cada momento narrativo (esos “bonitos” exteriores de la calle donde viven los protagonistas al comienzo, los sueños o fantasías del personaje de Kevin Spacey, más estilizados, o bien el final, algo más oscuro y dramático) pero en general tampoco es un trabajo tan destacable.

En líneas generales, Hall parte del naturalismo en el que se desarrolló la segunda parte de su carrera (a raíz de su descubrimiento de la sobreexposición en “Butch Cassidy and the Sundance Kid”) y trata de edulcorar más o menos las imágenes en función de las escenas, atendiendo a la acidez del guión y de las apariencias de los personajes que lo pueblan. Pero estéticamente, “American Beauty” es una película que está lejana de los logros de Hall en los años anteriores (“Tequila Sunrise”, “Jennifer 8”, “Searching for Bobby Fischer”, “A Civil Action”) que aunaban naturalismo, con estilización e imágenes muy modernas, especialmente teniendo en cuenta la edad de su autor. Pero en este caso, la película se queda un poco a medio camino de todo, de naturalismo, de estilización, de drama o incluso de imágenes interesantes. Es cierto que Hall hace esfuerzo con momentos especiales en los que usa luces puntuales sobre actores y actrices, o esos contraluces clásicos azulados durante el final entre la lluvia, pero el aspecto general diríase que incluso es algo dejado y no ha envejecido excesivamente bien. Ya en su momento, antes de obtener los premios que obtuvo, al autor de estas líneas “American Beauty” no le pareció nada especial -más allá de ese oficio- en lo estético, de modo que si a ello se le suma el transcurso del tiempo, los resultados son ahora menos especiales que nunca.

Además, Hall se caracterizaba porque le gustaba rodar con lentes esféricas muy abiertas de diafragma y, de hecho, había dejado de rodar en formato anamórfico a comienzos de los años 70, después del rodaje de “Electra Glide in Blue” (James William Guercio, 1973). Todas sus películas desde entonces se había rodado en formato esférico convencional, renunciando a la pantalla panorámica. Pero suponemos que fue el director Sam Mendes -cuyas películas siempre se han rodado para su proyección en 2.4:1- el que insistió en esa relación de aspecto, de manera que “American Beauty” se rodó en formato Super 35 con lentes Primo esféricas. Y como gran parte de los largometrajes rodados en dicho formato, cuyo área de negativo es aproximadamente un 42% menor a la del formato 35mm anamórfico, el aspecto era y es algo sucio y granulado, como era típico de este formato Super 35 antes de la irrupción de los etalonajes digitales, que eliminaron la necesidad del hinchado óptico para la proyección en copias compatibles con el formato anamórfico para salas de exhibición. Así pues, se trata de una película cuyo prestigio, al menos en la parte visual, es exagerado, pues ni luce tan bien como se le supone, ni el paso del tiempo ha sido demasiado generosa con ella, estando bastante lejos de los mejores trabajos de su autor e incluso de la posterior “Road to Perdition”. De hecho, aunque sea una especulación, si el orden de aparición de las dos películas hubiera sido el inverso, lo más probable es que Hall se hubiera ido de vacío con “American Beauty” pero, ¿quién sabe?

Título en España: American Beauty
Año de Producción: 1999
Director: Sam Mendes
Director de Fotografía: Conrad L. Hall, ASC
Ópticas: Panavision Primo
Emulsión: Kodak EXR 5248 (100T), Vision 5274 (200T), Vision 5279 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35 (2.4:1)
Premios: Oscar a la mejor fotografía, American Society of Cinematographers, BAFTA, British Society of Cinematographers.

Vista en 35mm & Blu-ray

© Ignacio Aguilar, 2022.