The Red Shoes

Producción de Michael Powell y Emeric Pressburger, ambientada en el mundo del ballet, que tiene como protagonista a una joven bailarina (Moira Shearer) que se une a la famosa compañía de Borís Lérmontov (Anton Walbrook) y que, bajo la partitura de un nuevo director de orquesta (Marius Goring), consigue un gran éxito con una adaptación de la obra de Hans Christian Andersen “The Red Shoes”, en la que también está lejanamente inspirada la propia película. Sin embargo, una vez en la cima del éxito, este trío creador de la obra de ballet se rompe cuando la bailarina y el director de orquesta se enamoran. Rodada un año después de “Black Narcissus”, “The Red Shoes” es uno de los títulos más famosos del dúo de realizadores formado por Powell y Pressburger, rodado con una enorme solvencia de medios y con una magnífica coreografía bajo la espléndida luz de Jack Cardiff.

El director de fotografía, como indicamos, fue el británico Jack Cardiff [ASC, BSC], que acababa de ganar el Oscar por el también mencionado film anterior de Powell y Pressburger, “Black Narcissus”, además de “A Matter of Life and Death” (1946) o “The Life And Death of Colonel Blimp” (1943). Quizá sean “Black Narcissus” y “The Red Shoes” las películas más importantes de su carrera, que a pesar de remontarse ya a los años 30 como primer operador, es sobre todo reconocida por su trabajo en Technicolor en estos dos films. También sería nominado al Oscar por su labor para King Vidor en la versión norteamericana de “War and Peace” (1956) y ganó un premio honorífico en el año 2000 por parte de la Academia de Hollywood. Es quizá, además, el único director de fotografía que, dando el salto a la dirección, obtuvo una candidatura al premio al mejor director, por “Sons And Lovers” (1960), por la que ganó la estatuilla Freddie Francis. A finales de la década de los 70, después de bastantes años alejado de la primera línea de la fotografía cinematográfica para dedicarse en exclusiva a la dirección, volvió a su oficio primitivo, con títulos como “Death on the Nile” (John Guillermin, 1978) o otros menos destacables y alimenticios como “Amityville 3-D” (1982) o “Conan The Destroyer” (1984), que volvieron a reunirle con Richard Fleischer, el que también fuera su director en “The Vikings” (1958).

“The Red Shoes” destaca, por supuesto, por su uso del Technicolor de tres bandas (o Three-Strip Technicolor), el proceso primigenio de color en cine que trabajaba sobre tres negativos que representaban los tres colores primarios (rojo, verde, azul) y que no mucho después fue reemplazado por el Eastmancolor, proceso más económico y menos estable (pero que mejoró rápidamente) ya sobre una única película o negativo. En esta época, el Technicolor de tres bandas era además un proceso de una sensibilidad escasísima (sobre los 12 ó 16 ASA) y, además, equilibrado para luz día, lo que obligaba a utilizar grandes arcos voltaicos como luces principales. Pero el resultado era una paleta de color muy viva, muy saturada y de la que Cardiff, en una película rodada casi de forma íntegra en estudio (con la excepción de algunos breves exteriores en localizaciones), obtiene un gran partido en todo momento, aunque se aprecia cierta suavidad en las imágenes, que también pueden ser consecuencia del uso de las lentes Rank Taylor Hobson, también conocidas como Cooke Speed Panchro, que eran las que montaban las cámaras originales de Technicolor. Además, el film contiene un buen número de trucajes visuales, no solo durante las secuencias de ballet, para integrar la danza en planos obtenidos o creados por separado, sino incluso para prolongar o hacer más grandes los decorados con “matte paintings” o pinturas mate, técnica ya empleada en “Black Narcissus”.

Por supuesto, teniendo en cuenta la escasísima sensibilidad del Technicolor, Jack Cardiff basa su iluminación en luces duras dirigidas siempre hacia los actores y el decorado, con múltiples fuentes además, cada una de ellas con su propia función específica: sobre los actores, luz principal, contraluz y relleno y, sobre el decorado, luces entrando por las ventanas, luces en los fondos, luz de relleno general, etc. ya que, a pesar de que el film está rodado bastante abierto de diafragma (sobre T2.8), el tipo de negativo obligaba a ser muy específico, pues directamente, donde no incidía una luz la imagen se iba a negro, por su nula sensibilidad. El estilo, por tanto, es clásico a más no poder, pero niveles tan intensos de luz son precisamente los que hacen que los colores sobresalgan tanto en pantalla por su elevada saturación. Pero además, Cardiff, incluso durante las escenas convencionales, plantea muchas situaciones en las que sus luces tienen una temperatura de color o muy alta o muy baja, de modo que es capaz de recrear (con luces de tungsteno) algunos efectos de atardecer y de luz solar, o con arcos filtrados de azul, efectos de anochecer, amanecer, etc. que a veces resultan sorprendentes por la dificultad que debió de suponer obtenerlos, pero que entran dentro de la lógica del Technicolor: para separarse al máximo del blanco y negro no bastaba con el “simple” color, sino que había que exhibirlo.

Pero quizá lo más interesante e inventivo sean las secuencias y coreografías de danza, por la forma en la que Jack Cardiff, con plena libertad para llevar a cabo una iluminación teatral, mezcla colores, texturas de luz (suaves, duras), direcciones (contraluz, luces de seguimiento) y además los mencionados efectos visuales. Se nota, además, que en dichas secuencias, que ocuparon gran parte del período de filmación, tanto el propio director de fotografía como los dos realizadores pusieron un gran esmero en que su película fuera única y diferente. Los resultados, por lo tanto, son muy buenos y muy elaborados sobre todo, con secuencias sorprendentes y muy bien realizadas a pesar de las enormes dificultades provocadas por las limitaciones técnicas, que hacen que en algunas secuencias resulte absolutamente meritorio el resultado técnico. Y cuando además Jack Cardiff, sobre esa sólida técnica, es o fue capaz de crear imágenes tan bellas, armoniosas y coherentes con lo que están contando los cineastas, el resultado es sobresaliente, de modo que no es extraño que el film conste en la actualidad en un lugar de privilegio en casi todos los listados que se hacen eco de las mejores fotografías de la historia del cine.

Título en España: Las Zapatillas Rojas
Año de Producción: 1948
Director: Michael Powell, Emeric Pressburger
Director de Fotografía: Jack Cardiff, ASC, BSC
Ópticas: Cooke Speed Panchro
Emulsión: 3-Strip Technicolor
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.37:1

Vista en Blu-ray

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