The Empire Strikes Back
Segunda entrega de la trilogía original de “Star Wars”, cuya acción se sitúa a continuación de los hechos acaecidos en el primer film: tras la destrucción de la Estrella de la Muerte, el malvado imperio galáctico consigue averiguar la ubicación de la base de las tropas rebeldes, por lo que éstas deben abandonarla a toda prisa, lo que provoca que los personajes principales deban separarse: por un lado, Luke Skywalker (Mark Hamill), acude a un inhóspito planeta para llevar a cabo su entrenamiento como caballero Jedi, a las órdenes del maestro Yoda (Frank Oz), mientras que Han Solo (Harrison Ford) y la Princesa Leia (Carrie Fisher) van a parar a Cloud City, complejo regentado por Lando Calrissian (Billy Dee Williams), en donde Darth Vader (James Earl Jones) ha preparado una trampa para atrapar a Luke hacia el lado oscuro. George Lucas, después del éxito –y también los enormes problemas de rodaje- de “Star Wars”, decidió dar un paso atrás y encomendó el guión a Leigh Brackett y al futuro realizador Lawrence Kasdan, mientras que la dirección recayó en el veterano Irvin Kershner, el cual había sido profesor de Lucas en la Universidad, limitando sus propias funciones a proporcionar la historia original y financiar la película él mismo, sin necesidad de apoyarse en la 20th Century Fox, decisión que, a la postre, tras el enorme éxito de la secuela, le hizo enormemente rico. El resultado es una película que mantiene las virtudes de la original –como su narrativa clásica, toque aventurero y enormes valores de producción- al tiempo que mejora sus defectos, con diálogos mucho más trabajados, una estructura más dinámica y dramática a base de montajes paralelos y un tono general más oscuro y adulto, que sin lugar a dudas la convierten en el plato fuerte de la saga.
El director de fotografía encargado del proyecto, con mucha antelación y preparación previa además, fue el británico Peter Suschitzky [ASC, BSC]. Hoy en día, el veterano operador es sobre todo reconocido por su larguísima asociación con el realizador canadiense David Cronenberg, para el cual ha rodado todas y cada una de sus películas –diez hasta la fecha- desde que en 1988 sustituyese a Mark Irwin en “Dead Ringers”. Sin embargo, Suschitzky, hijo del operador Wolfgang Suschitzky [BSC], comenzó su carrera como primer operador con apenas veinte años de edad, a principios de la década de los 60, a través de documentales y cortometrajes, hasta que en 1968, el mítico David Watkin [BSC] –otro operador de orígenes documentales- le ofreció la oportunidad de rodar la segunda unidad de su film “The Charge of the Light Brigade”, con uno de los usos más emblemáticos que se recuerdan del formato anamórfico, tras el cual, dio al salto al mundo del cine. A mediados de los años 70, su nombre estaba lo suficientemente consolidado, con films como “The Rocky Horror Picture Show” (Jim Sharman, 1975) “Listzomania” (Ken Russell, 1976) o “Valentino” (1977), como para que le llegara a ser ofrecido el primer “Star Wars”, antes que el veterano Gilbert Taylor fuera el encargado de rodarlo.
El diseñador de producción Norman Reynolds (“Raiders of the Lost Ark”, “Alien³”) sustituyó a su antiguo jefe John Barry en el cargo (Barry, por aquélla época, deseaba dirigir y, tras ser despedido del rodaje de “Saturn 3”, se incorporó a “The Empire Strikes Back” en calidad de director de segunda unidad; lamentablemente, fallecería de meningitis durante el transcurso del mismo), marcando una línea de modernidad aún mayor que la de la cinta predecesora y, junto a Suschitzky, obtuvieron un aspecto global que ya no era un híbrido entre “2001: A Space Odyssey” y “Forbidden Planet”, sino más cercano a un cruce estético entre la todavía vigente modernidad del film de Kubrick y el tenebrismo de “Alien” de Ridley Scott, estrenada el año anterior.
La fotografía de “The Empire Strikes Back” es por tanto un trabajo absolutamente contemporáneo, que comienza con un estilo naturalista en su rodaje de localizaciones en Noruega y es transplantado al interior de la base rebelde, con tonos ligeramente azulados para capturar el frío de los paisajes y efectos single-source, con una luz suave justificada en la gran puerta de entrada de la base, para los interiores de la misma. En todas las escenas rodadas en los decorados construidos por Reynolds, gran parte de las luces de Suschitzky están integradas en los mismos, realizando de forma real o muy verídica su iluminación. Pero a diferencia de Taylor en el film original, que alternaba el mismo aproximamiento en los sets de John Barry junto con otras escenas rodadas con el esquema básico de los tres puntos de luz dura, Suschitzky emplea exclusivamente luz muy suave sobre sus actores, de manera que el aspecto no solo es mucho más natural –pues la luz suave sería la que realmente existiría en los lugares en que se desarrolla el film- sino que además, también consigue un mejor aspecto e integración de los actores en los decorados, con una luz mucho más delicada que la heredada del estilo de fotografía en color “de estudio” de los años 50 y 60. Además, si bien George Lucas tuvo confrontaciones con el equipo técnico a raíz del uso de la difusión en cámara en el primer film, Suschitzky no parece que tuviera problemas para emplear ligeros filtros de bajo contraste –que suavizan ligeramente las imágenes y crean pequeños halos en torno a las fuentes de luz- en gran parte de la película, además de emplear un buen número de fuentes de luz integradas de diversos colores, que ofrecen una rica variedad cromática, o poderosas mezclas de colores cálidos y fríos, como durante la famosa confrontación entre Vader y Skywalker. Sin embargo, el rodaje se extendió durante un período demasiado largo (175 días), lo cual incrementó notablemente el presupuesto y puso nervioso a Lucas, que se quejaba ante Kershner y Suschitzky de que no era necesario que el film luciese “tan” bien. Sin embargo, tardase mucho o no, lo cierto es que el trabajo de Suschitzky es extraordinario, con interiores de estudio como los del planeta Dagobah o Cloud City (el primero lúgubre y el segundo luminoso) que ofrecen una enorme atmósfera y variedad visual al tiempo que resultan consistentes como conjunto, con un excelente nivel técnico (negros, grano, contraste, tonos pastel) en la copia en 35mm.
El trabajo de Industrial Light & Magic, en este caso comandada por Richard Edlund [ASC] y Brian Johnson, después que George Lucas tuviera problemas con John Dykstra [ASC] –el anterior supervisor de efectos, que dejó la compañía para fundar la suya propia, Apogee- no es tan novedoso como el de la primera entrega, aunque mantuvo el nivel de la misma e incluyó complicadas animaciones “stop-motion- a cargo de Phil Tippett. Sin embargo, al igual que con “Star Wars” y “The Return of the Jedi”, en las re-ediciones de 1997 y 2004, George Lucas introdujo numerosos cambios y añadidos, que afectan a gran parte de los efectos originales, que fueron sustituidos/arreglados mediante CGI, al tiempo que se llevó a cabo una nueva corrección de color que saturó los tonos y aumentó el contraste de las copias originales. A pesar de lo cual, el trabajo de Suschitzky continúa siendo buenísimo –a día de hoy, clásico pero también moderno- y no es sólo la obra cumbre del operador británico, sino la mejor fotografía de cualquier producto en el que George Lucas jamás haya estampado su nombre, junto con la de “Raiders of the Lost Ark”, a cargo de Douglas Slocombe [BSC].
Título en España: El Imperio Contraataca
Año de Producción: 1980
Director: Irvin Kershner
Director de Fotografía: Peter Suschitzky, ASC, BSC
Ópticas: C-Series de Panavision y Super PanaZoom Cooke (2ª unidad)
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: Efectos especiales fotográficos rodados en VistaVision. Fotografía 2ª unidad (estudio) de Chris Menges.
Vista en 35mm y HDTV
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.