Relatos Salvajes

Tercer largometraje del cineasta argentino Damián Szifrón, con producción de los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar, que presenta una serie de episodios que tienen como común denominador las explosiones de violencia y el hastío de sus personajes, que se rebelan ante situaciones e injusticias, algunas cotidianas, otras más extraordinarias. Tiene mucho que ver también el guión del propio Szifrón con el momento de crisis económica y social que vive no sólo Argentina, sino también muchos otros países –entre los que se incluye España por supuesto-, que hace que los ciudadanos se sientan indefensos ante el sistema político y/o burocrático. Los diferentes episodios son ciertamente irregulares y recogen influencias muy diferentes (que pueden ir desde “Duel”, de Steven Spielberg, hasta el cine de Quentin Tarantino, pasando por “Falling Down” de Joel Schumacher), pero al menos tres o cuatro de ellos funcionan muy bien y conforman una película que, como proyección de dos horas, es muy disfrutable. Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinetti, Érica Rivas u Óscar Martínez son algunos de los rostros que integran el reparto.

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El director de fotografía es Javier Juliá [ADF], operador también argentino, activo en cine y publicidad en los últimos diez años. Ya por su anterior trabajo cinematográfico (“El Último Elvis”, 2012) se hizo con el premio de la Academia argentina de cine y con “Relatos Salvajes” seguramente pueda dar un gran paso en su carrera, incluso a nivel internacional, dada la tremenda repercusión internacional que está teniendo el proyecto. A falta de confirmación de datos técnicos, la película parece estar rodada con la Arri Alexa –en formato Pro-Res, dejando el ArriRaw exclusivamente para las tomas de efectos- y la mayoría de la misma hace uso de las ópticas Cooke S4, aunque un episodio –el de Leonardo Sbaraglia- hace uso de un zoom como el Angenieux HR 25-250mm (T/3.5), tanto para hacer zooms propiamente dichos, como también como focal variable- y el segmento final, el de la boda, puede ser que utilice lentes ultraluminosas (tipo Arri/Zeiss Master Prime, Cooke 5/i, Leica Summilux), al menos durante el instante en que transcurre en la azotea. En cualquier caso, la película posee una calidad de imagen extraordinaria, rica en texturas, tonos de color y resolución, como corresponde a los medios de producción de alta gama que hemos reseñado.

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La puesta en escena de Damián Szifrón también es muy interesante, tanto por su estupendo aprovechamiento del formato panorámico –atención a secuencias como la del avión, en la que nuevos personajes se van adicionando al diálogo, todos perfectamente repartidos por el encuadre, incluso casi en los márgenes del mismo-, como por su dominio del lenguaje, con cámara al hombro para los momentos de caos y/o confusión (como durante la boda), o elegantes travellings de alejamiento o acercamiento a los personajes y sus emociones, que son una constante a lo largo de la proyección. También tiene Szifrón tiempo para utilizar ángulos muy imaginativos, como por ejemplo el momento en que fija la cámara a la puerta del pasillo de servicio del hotel durante la boda, y el plano se va moviendo en ángulo de 90 grados cuando los personajes abren o cierran la citada puerta.

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La iluminación de Javier Juliá es muy interesante y, sobre una base en la realidad, hace que cada segmento luzca de forma estupenda. No necesariamente naturalista, sino con mucha vistosidad en cada momento: en el avión, con sus luces imitando la luz solar que se mueven al mismo tiempo que se producen virajes; en el restaurante, con una interesante mezcla de colores entre unidades de tungsteno y fluorescentes tipo daylight con tonos cián; con tonos terrosos y un aproximamiento sencillo y directo en el segmento de la carretera; un mayor naturalismo en el segmento del ingeniero –recreación de la luz de las velas incluida- y en el del atropello, imitando la luz de primera hora de la mañana en interiores, o con pretensiones mucho más estéticas durante la secuencia de la boda, puesto que la iluminación festiva, o con los personajes en una azotea, por la noche, con las luces de la ciudad como fondo y lentes a máxima apertura, dan mucho más juego para integrar distintos tipos de fuentes de luz, temperaturas de color, etc.

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Los resultados estéticos son muy buenos, y prueban que “Relatos Salvajes” está filmada por gente con mucho talento tanto para la puesta en escena, como para la creación de imágenes muy vistosas, naturales o elegantes, según requiera la ocasión, en un conjunto que narrativamente puede que sea algo irregular –como casi todas las películas de episodios- pero que en el aspecto específico que nos ocupa no sólo no es criticable sino que, por el contrario, contiene muchos momentos absolutamente elogiables.

Título en España: Relatos Salvajes
Año de Producción: 2014
Director: Damián Szifrón
Director de Fotografía: Javier Juliá, ADF
Ópticas: Cooke S4, Angenieux HR 25-250mm
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (Pro-Res; ArriRaw VFX), 2.4:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.