Phantom of Paradise

Extrañísima película escrita y dirigida por Brian de Palma, que mezcla elementos de “Phantom of the Opera”, “Faust” y “The Picture of Dorian Gray” en un musical-rock en el que se entremezclan momentos apabullantes con otros en los que aparecen los peores excesos e incoherencias de la obra del realizador de “Scarface”: William Finley interpreta a Winslow Leach, un joven compositor y cantante que quiere estrenar su obra en el “Paradise”, un teatro regentado por Swan (Paul Williams, compositor además del film). Sin embargo, éste le rechaza pero le roba su música para que la cante Phoenix (Jessica Harper). Después de ello, el rostro de Leach queda desfigurado en un accidente y se convierte en el fantasma del teatro, clamando venganza entre bastidores. El film fue un fracaso en la época de su estreno, aunque Paul Williams consiguió una nominación por su banda sonora, lo que no ha impedido que con el transcurso de los años se haya convertido en una obra de culto a pesar de su evidente rareza.

El director de fotografía fue el británico Larry Pizer [BSC], cuya carrera en cine es relativamente breve y en la que “Phantom of Paradise” y “Our Mother’s House” (Jack Clayton, 1967) ocupan un lugar destacado. No volvió a trabajar con Brian de Palma en cine, aunque sí que se reunieron de nuevo para la grabación del videoclip de Bruce Springsteen “Dancing in the Dark” (1984). La grabación de música en directo y conciertos era una de las especialidades de Pizer, que también hizo lo propio con “Alice Cooper: Welcome to my Nightmare” (1975). También trabajó con Ismail Merchant y James Ivory en los 90, en “In Custody” (1994) y “Mr. & Mrs. Bridge” (1990) respectivamente, además de en algunas pequeñas producciones británicas de los 60, para posteriormente fijar su residencia en EEUU, en donde falleció en 2008 a los 82 años de edad.

A pesar de ser relativamente un desconocido en cine, lo cierto es que Pizer era muy buen director de fotografía y ello se evidencia en “Phantom of Paradise”. No solo porque el aspecto global de la película es bueno (aunque algo anticuado, como ocurre siempre cuando alguien trata de situarse en la vanguardia y más aún cuando la relaciona con la música), sino también porque en determinadas secuencias Pizer muestra mucha capacidad de invención a través de la luz, como en la secuencia en la que los posibles músicos a interpretar la música van siendo relevelados en un escenario giratorio a medida que el director de fotografía “activa” sus luces en mitad de los planos. Lógicamente, un realizador como Brian de Palma, aunque aún no hubiera desarrollado su estilo por completo, también es siempre más complicado, porque su puesta en escena demanda un continuo uso de herramientas como el zoom (que aún en formato esférico, siempre requiere algo más de luz que las lentes fijas) o, en este caso, el uso esporádico de la lente Kinoptik 9.8mm, cuyo ángulo de visión es inmenso.

El estilo de iluminación está todavía basado principalmente en luz dura en una película en la que todo el metraje o bien está rodado en interiores de plató o en exteriores nocturnos. Pero no es una luz dura al estilo del Hollywood clásico, ni tampoco, ni mucho menos, un tipo de iluminación ideado simplemente para exponer el negativo. Pizer lo que hace es crear claroscuros, zonas de luz, zonas de sombra o incluso motivar sus fuentes en luces que vemos en pantalla. Pero en lugar de emplear la luz suave que se impondría poco después, generalmente lo hace mediante haces puntuales de luz dura que, lógicamente tienen su motivación en que se trata de luces teatrales de escenarios, de cabinas de grabación, etc. Siendo además una película tan extraña, ello hace que el director de fotografía también pueda tomarse más libertades, ya que el estrambótico argumento tampoco es que requiera precisamente un estilo natural o realista. Pizer en cualquier caso lo hace muy bien en cada escena, incluyendo aquéllas en las que necesita emplear multicámaras para rodar alguno de los momentos musicales de la película.

Quizá el uso de filtros difusores sobre Jessica Harper, especialmente en la escena en que Swan prueba su voz, sea lo peor de la fotografía, ya que siendo una actriz joven, realmente el uso de los mismos no era necesario y emborrona un poco el aspecto general. Pero parte de esa estética vintage del film se produce porque está muy enmarcado en el aspecto del cine de la época, al menos en cuanto a diseño, y lo cierto es que dichos filtros estaban muy de moda en esos momentos. También se aprecian múltiples aberraciones ópticas, como por ejemplo cromáticas, fruto de rodar casi íntegramente con el zoom (seguramente el Angenieux 20-120mm T2.9), aunque hay bastantes tomas fijas en las que el bokeh y el tipo de flare identifican de forma bastante clara a los Bausch & Lomb Super Baltar, aunque curiosamente casi siempre se empleaban con cámaras Mitchell y en las escenas finales aparecen varias Arri 2c. En cualquier caso, se trata de una película muy creativa, extraña, en la que la parte visual, por la puesta en escena y la luz, contribuye bien a la psicodelia general de un conjunto que sin embargo posibilitó a De Palma acceder a producciones cada vez mayores, comenzando con “Carrie” (1976) y “Obsession” (1976).


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Título en España: El Fantasma del Paraíso
Año de Producción: 1974
Director: Brian de Palma
Director de Fotografía: Larry Pizer, BSC
Ópticas: Angenieux, Bausch & Lomb Super Baltar, Kinoptik 9.8mm
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: el operador de cámara fue el prestigioso y futuro ganador del Oscar Ronnie Taylor, BSC

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