Mission: Impossible – Fallout

Sexta película de la serie de largometrajes iniciada en 1996, basada, a su vez, en la famosa serie televisiva de los años 60. En esta ocasión, Ethan Hunt (Tom Cruise), Luther (Ving Rhames), Benji (Simon Pegg) e Ilsa (Rebecca Ferguson) tienen como su peligroso encargo la labor de recuperar varias bombas nucleares que han ido a parar a las manos equivocadas, en una misión que principalmente les llevará a las calles de París y de Londres, además de las montañas del centro de Asia. Ello no es más que una excusa para que Christopher McQuarrie, que es el primer director que repite en la serie (Brian De Palma, John Woo, J.J. Abrams y Brad Bird firmaron los cuatro primeros films), también guionista del film, orqueste y enlace una serie de impactantes secuencias de acción física en la que el peligro real –durante el rodaje- por parte de los actores y especialistas es más que evidente, confiando mucho más en este tipo de rodaje clásico con dobles y una cuidada coreografía de la acción en localizaciones reales, que en los modernos efectos digitales para crear un entorno y simular las acciones de los personajes. El resultado a nivel narrativo es del todo indiferente, pues lo que importa es el subidón de adrenalina que generan las imágenes, aspecto en el que McQuarrie, un esforzadísimo Tom Cruise y el resto del equipo dan lo mejor de sí mismos, a pesar que el uso de la música (e incluso la propia composición), así como los clímax paralelos, recuerden un poco al cine de Christopher Nolan.

El director de fotografía es nuevo en la serie y se trata del británico Rob Hardy [BSC], quien de esta manera sustituye al veterano Robert Elswit, operador predilecto de Paul Thomas Anderson que se hizo cargo de la cuarta entrega junto a Brad Bird y de la quinta con el propio McQuarrie a los mandos. Hardy es uno de los jóvenes valores de la industria, pues tras haber destacado con la serie “Red Riding: The Year of Our Lord 1974”, llamó muchísimo la atención con su espléndido trabajo en “Ex Machina” (Alex Garland, 2015), película de presupuesto modesto pero tan bien hecha que le “quitó” el Oscar de efectos visuales a “Star Wars Episode VII: The Force Awakens”. Su siguiente colaboración con Alex Garland también tenía un planteamiento visual sugerente, pero fue mucho más fallida en términos globales: “Annihilation” (2018), estrenada directamente en Netflix.

Hasta la fecha, la serie de “Mission: Impossible” ha seguido el mismo patrón de rodaje iniciado en 1996 por Brian de Palma y su director de fotografía habitual, Stephen H. Burum [ASC], pues tanto Jeffrey Kimball (en sustitución de Andrew Lesnie), como Dan Mindel y el citado Robert Elswit se han asegurado que todos los films de la serie se hayan rodado con equipos de 35mm y lentes anamórficas Panavision, situación que una vez más se repite en “Fallout”, si bien los cineastas no se han molestado demasiado en ocultar que los planos aéreos (y toda una secuencia de helicópteros hacia el final del metraje) han sido rodados haciendo uso de la adquisición digital, en este caso con la Panavision Millenium DXL y lentes esféricas Panavision Primo 70. La Millenium DXL, ahora sustituida por la DXL2, equipaba el sensor Dragon de RED con una ciencia de color de Light Iron y un diseño más ergonómico y mejorado, el cual se mantiene en la nueva versión que incorpora el sensor Monstro. Pero como decimos, el grueso del film está rodado en celuloide, lo cual en cierto modo es acorde con el clasicismo de un rodaje tan amplio en localizaciones y tan basado en la acción física en sentido clásico, aunque hay determinadas elecciones que quizá sean algo extrañas para un film en el que la tecnología también tiene un componente importante.

Hardy realiza un trabajo moderno y en clave baja en el apartado lumínico, volviéndose a apreciar que es un director de fotografía al que le gusta mucho (y se le da muy bien) justificar las fuentes lumínicas de cada escenas dentro de cada decorado, algo que se aprecia perfectamente en “Ex Machina”, cuya acción principal se desarrollaba dentro de una serie de pasillos y estancias subterráneas en las que la luz procedía generalmente de fuentes LED integradas en los propios decorados y haciendo las funciones reales de iluminación. Ello puede que sea más sencillo, en cierto modo, con la Sony F65 de aquél film que rodando en celuloide como en el presente, pero aún así hay determinadas secuencias de la película (en túneles, debajo de puentes, en galerías subterráneas, etc) en las que la iluminación sigue ese patrón de procedencia. Claro que en celuloide y además en anamórfico ello hace que a veces el negativo esté un poco más corto, lo cual probablemente haya implicado que algunas secuencias hayan sido forzadas en el revelado y que los negros no sean tan intensos y el grano sea algo más aparente. Hardy, con todos los medios a su disposición, podría haber hecho perfectamente que la imagen en 35mm fuera absolutamente limpia, pero su estilo (moderno) y hecho ya al digital seguramente le haya hecho inclinarse por un tipo de fotografía de bajos niveles, con una elevada oscuridad y personalidad (con diferentes temperaturas de color, luz de sodio en la ciudad, pequeños aparatos, etc) que son radicalmente diferentes al tono Hollywoodense clásico fijado por Burum en la primera entrega.

Hardy utiliza a veces, incluso de forma muy aparente, filtros difusores tipo Black ProMist y que además se atreve a emplear grados que no son precisamente el más ligero en algunas secuencias, lo cual combinado con la elección principal de las lentes clásicas C-Series de Panavision y que las aperturas de diafragma no son precisamente generosas, genera esa imagen algo “vintage”, con poca profundidad de campo y mucho desenfoque (incluyendo desenfoques involuntarios sobre los intérpretes) que a día de hoy está muy de moda en publicidad, pero que resulta algo chocante para este tipo de proyecto. Pero no por ello es algo negativo, sino de hecho, al contrario, el estilo de Hardy –y que le dejen desplegarlo- demuestra que este serie de películas está siendo muy cuidada por Tom Cruise, no solo dándolo todo delante de las cámaras con complicadas y peligrosas acrobacias, sino que además, en su labor como productor, está siendo capaz de tener la amplitud de miras suficiente como para hacer que su saga avance y esté a la última moda, por más que quizá un rodaje digital a estas alturas hubiera sido más cómodo (seguramente) y hubiera proporcionado una imagen más contemporánea, aunque quizá a veces la misma no sea tan favorecedora para los actores que, como Cruise y por mucho que aquí no se evidencie, comienzan a tener una edad avanzada para seguir haciendo este tipo de films.

Título en España: Mission: Impossible – Fallout
Año de Producción: 2018
Director: Christopher McQuarrie
Director de Fotografía: Rob Hardy, BSC
Ópticas: C-Series, E-Series & Primo 70 de Panavision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision) + Millenium DXL (RAW), 2.4:1

Vista en DCP

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