Mean Streets

Uno de los primeros títulos de Martin Scorsese fue este drama, ambientado en las calles de Nueva York, que muestra los bajos fondos de la ciudad a través de una serie de mafiosos de poca monta. Harvey Keitel intepreta a uno de los cabecillas, cuyos intentos por medrar en el mundillo y abrir su propio restaurante se ven seriamente comprometidos por su voluntad de proteger a un amigo (Robert De Niro) que no deja de meterse en líos e incumplir sus promesas de pago de deudas monetarias. Con un estilo muy directo y realista, a veces casi cercano al documental, “Mean Streets” constituye un buen fresco de la época, que mostraba ya el talento del realizador italoamericano tras a cámara y ofreció la posibilidad de saltar a proyectos de mayor envergadura a futuras estrellas como Keitel y De Niro.

El director de fotografía de la película fue Kent Wakeford, cuya filmografía, con la excepción de la siguiente película de Scorsese, “Alicia Doesn’t Live Here Anymore”, está formada de títulos absolutamente desconocidos y es más bien oscura. “Mean Streets”, a nivel visual, se ve comprometida por tanto no solo por su presencia, sino también por una evidente escasez de medios que, ante la imposibilidad de crear un estilo que se impusiese al aspecto real de las localizaciones, solamente permitía optar por la vía del realismo puro y duro.

Los niveles de luz empleados son relativamente bajos e incluyen un evidente revelado forzado de la emulsión (por el aumento de contraste que ello conlleva, así como por la saturación del color y grano muy aparente), lo que posibilitó incluso la utilización de lentes zoom en los interiores, para realizar los rápidos acercamientos a los personajes que tanto gustan a Scorsese. La renuncia al estilo de fotografía en color Hollywoodense de décadas anteriores es absoluta, con un aspecto visual que parece heredado de “The French Connection” o partes de “The Godfather”, aunque Wakeford se encuentre a una distancia sideral de Owen Roizman o Gordon Willis.

Destacan, por ejemplo, los interiores rodados bajo la luz roja del club, que para una única escena podrían haber sido aceptables, pero teniendo en cuenta que hay bastante metraje en dicha localización, la presencia de un color rojo tan saturado sobre los rostros de los actores durante tan largo tiempo hace que el aspecto sea feista y desagradable, de modo que, cuando Wakeford pasa a utilizar una simple bombilla en otras estancias, aunque el efecto que consigue es muy pobre, la simple neutralidad de la paleta de color ya supone un alivio para el espectador. En general, el film tiene un aspecto realista y cercano, con muchas escenas captadas con la luz disponible –incluso en interiores diurnos- que quedan bien por su crudeza, pero en general el aspecto parece el de una versión mal entendida de las nuevas tendencias de la época, cuyas imágenes, en el mejor de los casos, simplemente son aceptables.

Parece ser que la puesta en escena a través de la cámara al hombro también estuvo impuesta –al menos parcialmente- por la falta de medios de la producción, que ni siquiera podía permitirse la instalación de vías en el suelo. Sea como fuere, el estilo que ello conlleva sí transmite una buena sensación de inmediatez, con momentos muy logrados como aquél en que el personaje de Harvey Keitel se emborracha en la discoteca, cuya desorientación percibe el espectador a través del recurso de colocar la cámara fija sobre su cuerpo y mostrarle en primer plano, mientras el fondo da vueltas sobre él. No es por tanto un buen trabajo, ni siquiera uno decente en muchos segmentos, por lo que su valor está más bien relacionado con la representación de una época, aquélla en la que se ambienta el film, a pesar de la pobreza de medios del mismo.

Título en España: Malas Calles
Año de Producción: 1973
Director: Martin Scorsese
Director de Fotografía: Kent Wakeford
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.