Las Brujas de Zugarramurdi
Undécima película de Álex de la Iglesia, en la que ha vuelto a contar con su guionista tradicional Jorge Guerricaechevarría –ausente en sus dos últimos films- y con una solvente producción de Enrique Cerezo y seis millones de euros de presupuesto para contar la disparatada historia de dos hombres (Hugo Silva y Mario Casas) que, en compañía del hijo del primero, dedicen atracar una tienda de empeños en el centro de Madrid y, en su huida hacia Francia por carretera, terminan en un atrapados en un enorme caserón de pequeño pueblo cercano a la frontera, en el que las brujas pretenden celebrar un akelarre. Sin llegar al nivel o frescura de sus mejores obras y con un argumento y desarrollo inverosímiles, De la Iglesia sí recupera en momentos aislados algunas de sus señas de identidad dentro de un conjunto de una irregularidad extrema, globalmente fallido, pero que generalmente proporciona un moderado entretenimiento escatológico. Carmen Maura, Terele Pávez y Carolina Bang interpretan al trío de brujas principales, con Macarena Gómez en el papel de la ex-mujer de uno de los fugitivos, Pepón Nieto y Secun de la Rosa como dos policías que les persiguen y Manuel Tallafé, Enrique Villén, Jaime Ordóñez y Javier Botet tratan de robar escenas en un film que también cuenta con cameos de Santiago Segura, Carlos Areces y María Barranco.
El director de fotografía, con quinta vez en la carrera de Álex de la Iglesia, es su paisano Kiko de la Rica [AEC], que también rodó su famoso cortometraje “Mirindas Asesinas” (1991). También es la tercera película conjunta que realizan en formato digital (aunque De la Rica es un pionero en España, puesto que rodó “Lucía y el Sexo” con la F900 en el 2001), tras haber usado la Sony F-35 para el rodaje de “Balada Triste de Trompeta” y haberse cambiado ya a la Arri Alexa con el grabador Codex en “La Chispa de la Vida”, combinación que han repetido aquí junto con las ópticas Arri/Zeiss Master Primes para conseguir una imagen de una extraordinaria calidad y tremenda nitidez, curiosamente en el extremo opuesto al del anterior trabajo de Kiko de la Rica, “Blancanieves”, rodada en Super 16mm, blanco y negro y con cierta carencia de medios, a pesar de lo cual el operador vasco realizó un enorme trabajo que le valió en Goya a la mejor fotografía, entre otros premios y menciones (entre ellas, la de esta página, que la escogió como uno de los mejores trabajos del 2012).
El comienzo de “Las Brujas de Zugarramurdi” no es demasiado prometedor, con un rodaje en la Puerta del Sol madrileña en el que priman los planos excesivamente cerrados y una fuerte variación de la velocidad de obturación (entre 45 y 90 grados) para tratar de generar imágenes más intensas y de acción, constante que se repite en bastantes momentos de la película y que, sin lugar a dudas, constituye lo peor de la película a un nivel estético, puesto que se trata de un recurso molesto y que a éstas alturas, después del notable uso que se le dio en “Saving Private Ryan” (1998), “Gladiator” (2000) o incluso “Black Hawk Down” (2001) para fines muy específicos, debería estar completamente desterrado por el abuso del mismo que se ha producido desde entonces.
Sin embargo, una vez pasada una larga escena en un taxi que tampoco aporta mucho en el aspecto visual, comienza la mejor parte de la película con la llegada de los personajes a Zugarramurdi y, también, la llegada de la noche. Por un lado, porque De la Iglesia comienza a usar lentes más angulares y planos más amplios y reposados, utilizando el ancho de la pantalla panorámica para repartir ocasionalmente a los actores por el encuadre y, por otro, porque la noche es retratada de una forma muy estética por Kiko de la Rica, a través de una potente e intensa luz azul-verdosa de HMIs que crean un efecto extraordinariamente teatral, muchas veces irreal -algo a lo que también colabora una fuerte corrección de color-, pero que envuelve bien a los personajes y a la alocada historia que vemos en pantalla. No es que el repertorio sea excesivamente amplio, puesto que apenas unos haces de luz y humo en los exteriores son las mayores variaciones de vez en cuando, ya que gran parte del trabajo en el interior de la mansión consiste en la constante mezcla de esta luz azul-verdosa con fuentes de iluminación que tratan de imitar los efectos del fuego de velas, antorchas u hogueras, siempre con un tono muy alejado de cualquier atisbo de realidad.
Por supuesto, los grandes sets y el diseño de los mismos es donde se aprecia parcialmente en dónde se ha gastado el dinero invertido, junto con un buen número de efectos digitales que muestran un buen nivel general sobre todo en escenas como el clímax final, en el que la cámara flota por el decorado con muchos y elaborados movimientos de grúa y decenas de extras, aunque seguramente gran parte de los mismos hayan sido generados por ordenador. Por ello, “Las Brujas de Zugarramurdi” es un conjunto de un nivel técnico envidiable, que seguramente marca el tope de lo que actualmente puede hacerse en España en películas destinadas principalmente al mercado doméstico, cuyos inconvenientes (narrativos, de tono o estilísticos) son más bien de índole artístico que técnico, faceta en la que todos los implicados realizan un trabajo más que solvente.
Año de Producción: 2013
Director: Álex de la Iglesia
Director de Fotografía: Kiko de la Rica, AEC
Ópticas: Arri/Zeiss Master Primes
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw), 2.4:1
Otros: Digital Intermediate
Vista en DCP
© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.