First Reformed

Primer film del guionista y director Paul Schrader en recibir elogios y atención crítica desde hace muchos años, centrado en un solitario cura (Ethan Hawke) que ejerce en una pequeña congregación. Un día se le presenta una mujer embarazada (Amanda Seyfried), cuyo marido no desea tener al hijo. Ello es únicamente el arranque de una serie de acontecimientos, en el transcurso de los cuales el padre comienza a plantearse algunas de las circunstancias de su fe y existencia, mientras parece que poco a poco va perdiendo la cordura. La referencia de “First Reformed” parece ser, de manera muy obvia, “Taxi Driver”, de la que en varios apartados (sobre todo temáticos), parece que es un revisionado con carácter espiritual. Los resultados quizá no sean tan buenos como se ha dicho (es un film en el que privan por completo los diálogos, a veces algo reiterativos para la idea que pretende transmitir Schrader), pero está tan bien interpretado por Ethan Hawke que, incluso dentro de su irregularidad, consigue mantener el interés por el personaje central.

El director de fotografía es Alexander Tynan, quien ya era autor de la fotografía del anterior film de Paul Schrader, “Dog Eat Dog”, que supuso su debut en largometrajes. “First Reformed” es únicamente el segundo de ellos, rodado con un presupuesto de tres millones y medio de dólares y en sólo veinte días de rodaje (dato sorprendente, ya que la película luce bien en todos los apartados y contiene largos diálogos y casi dos horas de proyección). Estos datos, no obstante, ponen de manifiesto hasta qué punto han descendido las películas de Schrader, quien al comienzo de su carrera, en títulos como “Hardcore” o “American Gigoló”, contaba con directores de fotografía como Michael Chapman o John Bailey e incluso producciones a todo lujo a cargo de Jerry Bruckheimer.

En cualquier caso, como decíamos, el hecho de que el rodaje se haya ejecutado únicamente en veinte días es un dato que habla muy bien de Tynan e incluso de la preparación del propio Paul Schrader y de sus actores, ya que desde luego la proyección no evidencia haber sido realizada con prisas o de una manera que, por la necesaria rapidez, haya supuesto que las imágenes posean determinados descuidos. Por las fotos de producción y las propias imágenes captadas parece claro que los cineastas han rodado con una cámara Arri Alexa Mini (podría ser una Amira) y ópticas modernas tipo Zeiss Ultra Prime, que hacen que la textura de la imagen sea plenamente moderna y de la gran calidad que se le presupone al sensor de Arri. Es una imagen que, en todo momento, pretende ser sencilla y natural, pero no directa. Es decir, Tynan se propone siempre que las fuentes de luz integradas en el decorado sean las que justifiquen la luz de cada plano, pero siempre introduce una fuente de luz (o dos) suaves sobre los personajes para modelar su aspecto, en un estilo moderno y de moda. Así, como el color y la textura de la luz es como la de las fuentes que parecen imitar, la imagen parece natural, si bien está sometida a esa estilización que hace que el aspecto sea más sofisticado.

En general todo está bien realizado y la frialdad de las imágenes no solo encaja con la del clima de las localizaciones neoyorquinas empleadas, sino con la propia frialdad con que Schrader trata el tema, o la propia austeridad del personaje principal, que vive en una casa sin apenas muebles o atrezzo. Lo que ocurre es que es un trabajo visual que, aunque se adapta a la narrativa y luce bien, es siempre demasiado continuo en su tratamiento, demasiado “igual” escena a escena, de modo que al final de la proyección, parece como si le faltara vida o una mayor variedad en el aproximamiento estético, por ser éste siempre tan parecido (en niveles de exposición, ratios de contraste, uso de las luces principales, temperaturas de color) que termina aburriendo un poco por su propia consistencia.

Curiosamente, excepto precisamente en el plano que concluye el metraje -que recuerda sospechosamente al final de “Obsession” (Brian de Palma, 1976), escrita por el propio Paul Schrader- se trata de una película cuyo planteamiento es casi siempre a través de tomas fijas, además recuperando la relación de aspecto 1.37:1 típica del cine desde el inicio del sonoro hasta la irrupción de los formatos panorámicos esféricos, que hicieron que el cine pasase a ser 1.66:1 o bien 1.85:1. Schrader a veces juega con la angulación para rodar planos ligeramente picados de cada uno de los actores pero, en general, el hecho de que gran parte del film sean planos y contraplanos de un personaje hablando con otro hace que el formato o relación de aspecto mucho más cuadrada le siente bien al film, además del hecho refrescante que siempre supone ver un estilo compositivo que se aleje de los habituales formatos más anchos del cine contemporáneo. Los resultados, por lo tanto, son buenos, aunque un Paul Schrader que (como afirma él mismo) pretende citar tanto a Bergman, como Tarkovsky como Bresson no es desde luego el plato ideal para gran parte de los espectadores.

Título en España: El Reverendo
Año de Producción: 2017
Director: Paul Schrader
Director de Fotografía: Alexander Tynan
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa Mini, 1.37:1

Vista en Blu-ray

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