Cast Away

Un trabajador de una importante empresa de transportes que opera a nivel mundial (Tom Hanks), que vive obsesionado con el tiempo y la puntualidad, sufre un accidente de avión en uno de sus viajes y queda aislado en una isla desierta de la que no tiene posibilidad de escapar. Sólo su fuerza de voluntad y los deseos de volver a ver a la mujer con la que planeaba casarse (Helen Hunt) le mantienen con vida. “Cast Away” es una interesante película con un núcleo central (Hanks aislado en una isla) estelar, que desgraciadamente queda algo lastrada por su tercer acto y por una duración excesiva (143 minutos) que no se justifica a tenor de lo que se pretende contar. Se trata por ello, sobre todo, de una película irregular, cuyo visionado queda en cualquier caso justificado por la labor del intérprete principal –el rodaje se detuvo durante un año para que Hanks perdiera mucho peso y se produjera un impactante cambio en pantalla- y por la hábil mano de Zemeckis para la puesta en escena.

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El director de fotografía fue Don Burgess [ASC], que sustituyó a Dean Cundey como director de fotografía habitual del realizador de “Back to the Future” después de “Death Becomes Her” (1992), con la exitosa “Forrest Gump” (1994), por la que Zemeckis obtuvo el Oscar al mejor director y él mismo, sendas nominaciones de la Academia y de la American Society of Cinematographers (ASC). Anteriormente, Burgess llevaba una década al frente de segundas unidades para prestigiosos directores de fotografía (Pasqualino de Santis, Don McAlpine, Jacques Haitkin, Jack N. Green, Mikael Salomon, Stefan Czapsky y el propio Dean Cundey en sus films con Zemeckis). Posteriormente, se hizo cargo también de “Contact” (1997), “What Lies Beneath” (2000, rodada durante la interrupción del rodaje de “Cast Away”) y la vuelta de Zemeckis a la imagen real con “Flight” (2012), además de otros films como “Spiderman” (Sam Raimi, 2002), “Terminator 3” (Jonathan Mostow, 2003) o “Eight Below” (Frank Marshall, 2006).

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“Cast Away” posee una estética que, teniendo en cuenta los estándares del cine de Robert Zemeckis, podría decirse que está poco elaborada o perfeccionada, de forma absolutamente premeditada. El arranque de la película está absolutamente identificado con el cine del realizador de “Romancing the Stone”, con abundantes travellings y planos secuencia de Steadicam que siguen a los paquetes de la empresa de mensajería mientras viajan hacia su destino y el personaje de Hanks es presentado en pantalla. En estas escenas iniciales, la luz de Burgess es austera y natural, sin los grandes artificios que sí que han caracterizado otras de sus colaboraciones. Sin embargo, una vez el avión sufre el accidente, la imagen adquiere un matiz naturalista aún más fuerte, con poco o ningún uso de luz artificial en exteriores día y Burgess exponiendo el negativo para el rostro de su actor, dejando que la sobreexposición del negativo se apodere de la imagen. La imagen en este largo segmento es correcta, pero Burgess también demuestra estar lejos de la pericia que, en este aspecto, destaca o destacaba, por ejemplo, en John Alcott, Néstor Almendros, John Toll o Emmanuel Lubezki.

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Las escenas nocturnas en la isla, asimismo, fueron rodadas de día, pero no en noche americana, sino que a través de tempranas técnicas digitales de efectos y corrección de color, se habrían modificado en post-producción para crear el aspecto nocturno que se ve en pantalla, que a veces es demasiado artificial (por el exceso de profundidad de campo) y por su extraña luminosidad. Más logradas están las secuencias con relámpagos o la imitación de la luz del fuego en la cueva, mientras que la parte final de la película vuelve a retomar el aspecto austero del arranque, aunque los efectos de lluvia en el exterior nocturno y la luz azul sí que rememoren los trabajos de Cundey junto a Zemeckis, a pesar que alguna de estas escenas muestra un grano muy aparente en pantalla, incluso diríase que a un nivel sorprendente para una producción comercial Hollywoodense.

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Resulta llamativo, incluso quince años después del estreno, que Zemeckis y Burgess prescindieran no ya del formato anamórfico que habían empleado en sus dos películas anteriores y que incluso emplearían durante la pausa de “Cast Away” en “What Lies Beneath”. La justificación fue, al parecer, que la altura de la montaña presente en la isla no se acomodaba bien al formato de pantalla ancha, encajando mejor en el convencional 1.85:1. También, la forma en que la sobreexposición afecta a los objetivos Panavision Primo esféricos, que a veces se muestran tan sensibles a los destellos que podrían confundirse con ópticas más antiguas, como la anterior serie Ultra Speed MKII. Aunque los resultados globales son buenos y posiblemente sea un acierto de Zemeckis el darle prioridad a Tom Hanks y su personaje sobre cualquier otro tipo de consideración –incluso su cámara es mucho más estática en la parte central del film- lo cierto es que no termina de sacar partido de los escenarios ni es especialmente brillante en ningún momento, más allá de que posibilita al director poner en práctica estupendos movimientos de cámara en muchas secuencias. Mención aparte merece el trabajo de efectos visuales, esencial en el desarrollo del film, pero quizá demasiado evidente y envejecido en comparación con otros títulos de la época, o incluso las anteriores “Forrest Gump” y “Contact”, sin salirnos del universo Zemeckis.

Título en España: Náufrago
Año de Producción: 2000
Director: Robert Zemeckis
Director de Fotografía: Don Burgess, ASC
Ópticas: Panavision Primo
Emulsión: Kodak 5201 (50D), 5248 (100T), 5246 (250D) & 5279 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1

Vista en 35mm & Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.