Boyhood

Curioso experimento a cargo de Richard Linklater (“Dazed And Confused”, «Before Midnight»), en el que la simple historia de una familia contiene la novedad de que está filmada a lo largo de doce años, por lo que tanto el actor principal, como los actores secundarios van creciendo y envejeciendo en pantalla secuencia a secuencia, a medida que avanzaba la filmación y lo hace la propia película. El argumento sigue sobre todo al hijo pequeño (Ellar Coltrane) de un matrimonio divorciado (Patricia Arquette y Ethan Hawke), desde los seis años de edad, hasta los dieciocho, cuando abandona el hogar familiar para marcharse a estudiar a la universidad. La película está llena de detalles cercanos, cotidianos y reales como la vida misma, además de contener una viva descripción de lo que es una familia americana pero, a pesar de su indudable interés como experiencia cinematográfica única, sus 165 minutos de proyección resultan un importante lastre que genera muchos problemas de ritmo, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte del metraje está empleado en momentos triviales y de un perfil quizá demasiado bajo para una presentación cinematográfica. Así pues, “Boyhood” queda como una propuesta/experimento muy interesante, pero no del todo exitosa, debido a que por su propia concepción, no es un film de un excesivo interés dramático.

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Cuando comenzó el rodaje, hacia el año 2002, se estaban produciendo los primeros atisbos serios de que el vídeo digital de alta definición había llegado para quedarse. Sin embargo, aún era la época de la Sony F900 y sus respectivas versiones o modificaciones posteriores, de modo que la producción, Linklater y Lee Daniel, el director de fotografía original, tomaron la decisión de llevar a cabo el rodaje utilizando el clásico soporte fotoquímico, ya que éste les ofrecía la seguridad de obtener una altísima consistencia y estabilidad a lo largo de los años que iba a durar el proceso, durante el cual, cámaras como la Thomson Viper Filmstream, Red One, Arri D-21, Sony F35, Red Epic, Sony F55 o Arri Alexa han ido apareciendo en el mercado y han acabado desbancando al celuloide, que aún a día de hoy prácticamente sólo es utilizado por algunas producciones selectas. La decisión de rodar en celuloide, así como la decisión de no abandonarlo durante el rodaje (ni siquiera cuando Shane F. Kelly pasó a hacerse cargo del mismo) no podría ser más acertada, puesto que la adquisión fotoquímica hace que la película, a pesar del paso de los años, e incluso a pesar del cambio de operador, tenga una coherencia que, dadas las circunstancias, es admirable y se convierte en su mejor activo.

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Si por algo destaca la película, a nivel estético, es porque Richard Linklater y sus dos directores de fotografía tratan de llevar a cabo en todo momento un planteamiento muy sencillo. Con una paleta de color muy amplia, que representa muy bien el hogar y entorno de la familia protagonista, e incluso la juventud de los miembros de la misma, Daniel y Kelly llevan a cabo un trabajo muy naturalista y de enorme sencillez, en el que multitud de escenas están rodadas con la luz disponible, o simplemente suplementando esta. En las escenas interiores nocturnas, además de las fuentes integradas en los decorados o localizaciones, que parecen ser las de verdad, sólo se aprecia, por tanto, la presencia de bolas chinas o algo de luz rebotada fuera de cuadro para reducir el contraste y aumentar los niveles de luz; por otro lado, en los interiores diurnos, las ventanas se utilizan como fuente natural, con luz filtrada o rebotada de HMI entrando por las mismas. El contraste, pese a todo, muchas veces es muy reducido, lo que lleva a pensar que, o bien los cineastas optaron por el subrevelado, o bien durante el proceso de etalonaje digital al que ha sido sometida la película éste fue tratado con el fin de minimizarlo. Algunas escenas nocturnas, eso sí (como por ejemplo, la primera vez que Ethan Hawke lleva a sus hijos a su casa) muestran una textura de grano muy aparente, fruto sin duda de la aplicación del revelado forzado, a fin de poder rodar las escenas con niveles de luz inferiores. Los exteriores están rodados también de forma sencilla, sin un uso especial de la luz, excepto la secuencia de cierre del film, rodada en una espectacular hora mágica.

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Aunque a lo largo de los años Kodak fue lanzando otras emulsiones y sustituyendo a las anteriores, la película tiene un aspecto suave y muy unitario, al que ni siquiera parece afectar que algunas escenas están rodadas con ópticas Zeiss Superspeed y otras con Panavision Primo. Sin embargo, tanto unas como otras están rodadas a grandes aperturas de diafragma, e incluso, muchas escenas parecen rodadas a máxima apertura, incluso en exteriores diurnos. Ello conlleva no solo que la profundidad de campo sea reducida, sino también, que un gran número de planos a lo largo de la película tienen problemas de foco; o bien directamente están desenfocados, con la molestia que ello supone, o el foco únicamente puede estar en uno de los personajes, mientras que otro, por muy cerca que esté de él, si no está exactamente en el mismo plano focal, comienza a perder el foco. El efecto a veces es muy llamativo, e incluso desagradable, porque si la proyección ya de por sí no es demasiado nítida, con estos problemas a veces resulta realmente complicado encontrar el punto en el que focalizar la atención. En algunas escenas, parece que abrir el diafragma era una necesidad (por ejemplo en las escenas rodadas por la noche en el campo de béisbol), pero otras muestran una profundidad de campo muy estrecha cuando las condiciones de luz no eran tan desfavorables, por lo que también se trata de una decisión estética que a veces no termina de cuajar.

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La puesta en escena es sencilla y, como la propia historia que cuenta en pantalla, tampoco requiere grandes artificios. El conjunto tiene una apariencia adecuada, que desde luego no sobresale ni busca crear el ambiente de “The Tree of Life” (Terrence Malick, 2011) -película con la que la de Linklater guarda algunas similitudes-, pero sus virtudes se centran en otros apartados y, desde luego, más allá de los problemas técnicos con el enfoque, la parte visual no es uno de ellos y se limita a cumplir su objetivo de ilustrar en imágenes el texto del propio director.

Título en España: Boyhood (Momentos de una vida)
Año de Producción: 2014
Director: Richard Linklater
Director de Fotografía: Lee Daniel, Shane F. Kelly
Ópticas: Panavision Primo, Zeiss Superspeed 1.3
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: Digital Intermediate

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2014.