Blackhat

Cyber-thriller a cargo de Michael Mann (“Thief”, “Heat”, “Collateral”), acerca de la búsqueda de un peligroso hacker, que atenta contra una central nuclear China infiltrándose en sus sistemas y que amenaza con seguir atentando contra otros objetivos en diversas partes del planeta. Un equipo formado por agentes norteamericanos y chinos, apoyado por un hacker norteamericano (Chris Hemsworth) que es liberado de la cárcel para que colabore en el caso, se encargará de seguir las escasas pistas que ha dejado el hacker, en una investigación que les lleva desde EEUU hasta el sudeste asiático. “Blackhat” es una película muy irregular y fallida como conjunto, con la que Mann intenta recuperar éxitos pasados a través de fórmulas ya probadas, pero que no tiene éxito en parte porque el elenco de actores es muy descafeinado (Wei Tang, Leehom Wang, Viola Davis) y porque la trama, con una premisa muy de los 90, nunca acaba de resultar verdaderamente interesante. Únicamente en algunos giros o sorpresas se percibe la mano del que fuera autor de alguno de los títulos más interesantes de los años 90, que a posteriori pareció embarcarse en la búsqueda de una estética digital que le ha reportado muchos más perjuicios que beneficios.

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El director de fotografía es Stuart Dryburgh [ASC]. Dryburgh inició su carrera en Nueva Zelanda, a donde sus padres se trasladaron desde Gran Bretaña cuando él únicamente tenía nueve años de edad. Se inició en el mundo del cine como Gaffer, para posteriormente dar el salto al puesto de primer operador con anuncios y algunos vídeos musicales durante la década de los 80. “The Piano” (Jane Campion, 1993), uno de los primeros títulos cinematográficos que firmó, fue su presentación internacional, con nominaciones al Oscar, a los premios de la ASC, BSC, BAFTA, etc. entre otras menciones, que lanzaron su carrera como un operador importante, con títulos como “Lone Star” (John Sayles, 1996), “Portrait of a Lady” (Jane Campion, 1996), “Analyze This” (Harold Ramis, 1999), “The Recruit” (Roger Donaldson, 2003), “The Painted Veil” (John Curran, 2006) o “Amelia” (Mira Nair, 2009), títulos que ponen de manifiesto su gusto por imágenes cuidadas y, a menudo, sofisticadas, que hacen de Dryburgh un operador respetado entre sus compañeros de profesión. La colaboración con Michael Mann se inicia con un episodio de la serie “Luck” (2011), cuyo piloto rodaron juntos, al igual que el año anterior hiciera con Scorsese en el de “Boardwalk Empire” (2010).

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Desde la irrupción de las cámaras digitales de alta definición a comienzos de la década de los 2000, Michael Mann se ha mostrado muy interesado en su uso y evolución, habiéndolas utilizado siempre que le ha sido posible: en “Ali” (2001), para algunas escenas de entrenamiento nocturno del personaje principal, en “Collateral” (2004), para casi todo el material exterior noche, en “Miami Vice” (2006), para ya casi todo el film, lo mismo que en “Public Enemies” (2009). “Blackhat” es su primera película rodada íntegramente en soporte digital –en anteriores el celuloide se reservó para algunas tomas, sobre todo, las de alta velocidad- y comparte con las anteriores la tendencia de Mann de emplear el formato digital de forma muy diferente a lo que sería un rodaje en celuloide, tratando de buscar una estética propia que no necesariamente se parezca al aspecto y textura habitual de los 35mm. También, desde aquéllas primeras escenas digitales de “Ali”, Mann se ha mostrado muy interesado por la capacidad de las cámaras digitales para rodar escenas con niveles de luz muy bajos, circunstancia que ha tratado de explotar siempre desde entonces.

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Las imágenes de “Blackhat” parece que pretenden ser tan veraces como es posible, por lo que Mann fuerza a Dryburgh –un operador que normalmente ofrece una estética elaborada- a rodar gran parte de la película o bien con la luz disponible, o imitando ésta cuando es insuficiente, sin importarle en absoluto que en muchas circunstancias la estética resulte algo feista, o no favorezca tampoco la apariencia de sus actores, como suele ser habitual en las producciones de alto presupuesto, como es el caso. Así, las luces de neón bien de Hong Kong, o del resto de las localizaciones en que está rodado el film, juegan un papel principal, limitándose Dryburgh –como casi todos los operadores que han trabajando con Mann en los últimos quince años- a incrementarlas mediante bolas chinas, globos volados o pequeñas pantallas fluorescentes o LEDs. No hay espacio para grandes montajes de luz, o ni siquiera para la búsqueda esporádica de efectos estéticos; Mann y Dryburgh hacen que la Arri Alexa (equipada con las raras lentes anamórficas con compresión 1.3x de Vantage) luzca muy baja de contraste y algo plana, incluso algo ruidosa, como si hubieran aplicado una curva que tratase de recuperar el mayor detalle posible en sus sombras. Y para complicar aún más las cosas, parece que filtros tipo Glimmerglass, Low-Con o similares, que producen halos en torno a las altas luces, se han empleado extensivamente en la producción.

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El problema es que Mann se empeña una vez más en rodar gran parte del material nocturno con el obturador a 270º o 360º grados, circunstancia que le permite ganar un diafragma de exposición y, en el mejor de los casos, duplicar la sensibilidad de la Alexa. Pero al igual que ocurría en sus primeras películas digitales, o especialmente en “Public Enemies”, el efecto del obturador abierto arruina por completo la imagen al producir imágenes excesivamente fluidas, con motion blur y con un aspecto de vídeo que hace que las imágenes, además de algo feistas, tengan la apariencia de las imágenes de un noticiario, en lugar de las que debería de tener una producción de estas características (basta comparar el uso y distinción entre celuloide, Alexa y vídeo que efectúa Robert Elswit en la reciente “Nightcrawler” con el nuevo disparate de Mann para explicar quién se adecúa correctamente a los formatos y a lo que está contando, y quién no). Una vez más, como le ocurrió a Dante Spinotti en la citada “Public Enemies”, el obturador abierto impide ver más allá, por lo que da un poco igual si Dryburgh está inspirado con su luz o no, ya que la textura de vídeo y su fluidez destroza la imagen (cítese como ejemplo el clímax con las antorchas). Si Mann quería capturar imágenes con niveles tan bajos, sin ir más lejos podría haber recurrido a modernas ópticas ultraluminosas, con aperturas 1.3 ó 1.4, para mantener una obturación cinematográfica (no todo el film parece rodado en anamórfico no obstante, ya que muchas escenas no muestran las características del formato, mientras que las escenas finales por ejemplo, muestran pronunciados efectos, a pesar de que la compresión de estas Hawk sea únicamente 1.3x para sensores 16/9).

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La puesta en escena del director incluye tanta cámara al hombro, movimiento y planos cercanos con el enfoque en las orejas, nucas o espaldas de los actores como en sus anteriores trabajos, incluso valiéndose en esta ocasión de la Red Scarlet el sistema Skater Scope de PS Technik y ópticas Zeiss Standard -que podrían ser las ópticas complementarias a las Hawk- para poder acercarse aún más, aunque más significativo es que el realizador también recurre una vez más a cámaras como Go-Pro y Canon 7D para algunos momentos de acción. El resultado es un batiburrillo que mezcla calidades muy diversas -y siempre para mal- y que por mucho que Mann asegure que no es posible rodar sus escenas de otra forma, el realizador tampoco puede argumentar que obtenga resultados especialmente reseñables con sus métodos.

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Por todo ello, “Blackhat” adolece de casi los mismos defectos que las peores partes de “Collateral” o “Public Enemies”, con un feo aspecto de luz disponible que hace que ni los medios ni las localizaciones luzcan debidamente en pantalla, pero especialmente, de la pésima decisión del director de emplear obturaciones abiertas en la gran mayoría de las secuencias nocturnas, independientemente de si ello era necesario por niveles de luz o no, lo que provoca molestísimos efectos de vídeo que hacen que largas secciones de la película posean una estética amateur. Por ello, el aspecto de “Blackhat” se aleja tanto de los grandes logros del cine de Mann (como “Thief”, “The Keep”, “Manhunter”, “Heat” o “The Insider”) como la propia película se aleja de aquéllas como conjunto, poniendo de manifiesto una vez más la acusada decadencia del realizador, que arrastra además en su caída Dryburgh, el cual dificilmente puede estar satisfecho de su labor al frente de este film.

Título en España: Blackhat, Amenaza en la Red
Año de Producción: 2014
Director: Michael Mann
Director de Fotografía: Stuart Dryburgh, ASC
Ópticas: Hawk V-Lite 1.3x, Zeiss Standard, Canon L-Series
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K) + Red Scarlet + Phantom, 2.4:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2015.