The Way Back

Última película del cineasta australiano Peter Weir, al menos hasta la fecha, que se inspira en una famosa novela de Slavomir Rawicz –cuya autenticidad genera dudas- acerca de un grupo de hombres que, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se evadieron desde un Gulag siberiano, en el que la URSS stalinista los tenía cautivos, en una travesía de más de 6000 kilómetros que los llevó hasta la India. Sea una obra de ficción o adaptación de unos hechos reales, lo cierto es que “The Way Back” es una notable película de Weir, muy bien interpretada por Jim Sturguess, Colin Farell, Saoirse Ronan y especialmente Ed Harris en los papeles principales, en la que el realizador australiano adopta un tono épico a lo David Lean y muestra enormes paisajes con un enorme talento para la puesta en escena y el montaje. Sin embargo, a pesar de sus casi dos horas y cuarto de proyección, el film parece que se queda algo corto de metraje y no tiene tiempo de profundizar debidamente en los personajes, lo cual a pesar de las muchas virtudes de la película, hace que esta tenga un tono frío que seguramente contribuyó de forma decisiva a que pasase mucho más desapercibida de lo que merecía.

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El director de fotografía fue el australiano Russell Boyd [ASC, ACS], colaborador de Peter Weir en seis títulos del director: “Picnic At Hanging Rock” (1975), “The Last Wave” (1977), “Gallipoli” (1981), “The Year of Living Dangerously” (1982) y “Master And Commander” (2003), por la que obtuvo el Oscar a la mejor fotografía. Más allá de sus títulos junto a Weir, que son los que le otorgan su prestigio como director de fotografía, Boyd tiene una mediocre carrera en los EEUU, con comedias como “White Men Can’t Jump” (1992), “Tin Cup” (1996), “Liar Liar” (1997), “Dr. Dolittle” (1998), o títulos a medio camino entre América y su Australia natal, como “Cocodrile Dundee” (1986) y su secuela, o “Almost an Angel” (1990). Aún así, tradicionalmente, se le ha considerado como el padre de los directores de fotografía australianos, junto con Donald McAlpine, Dean Semler y John Seale, que trabajó para él como operador de cámara en varios títulos de Weir y que se formó en los equipos de cámara de Boyd.

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En “The Way Back”, Boyd y Weir regresaron al método de adquisición que ya habían utilizado en “Master And Commander”: empleando el área de negativo reservado para la pista de sonido (Super 35), combinándolo con un escaneado digital del negativo –en esta ocasión a 4K- para evitar la utilización de ópticas anamórficas en las remotas localizaciones de Bulgaria, Marruecos e India en las que se rodó el film. Desde el comienzo, y como se aprecia también en “Gallipoli” por ejemplo, es claro que Boyd se encuentra más cómodo utilizando ópticas esféricas a grandes aperturas de diafragma, pues “The Way Back” comienza con una serie de interiores y exteriores nocturnos en el Gulag en que los personajes se encuentran recluidos en los que los niveles de iluminación son bajos y la profundidad de campo, también muy reducida. En este segmento, Boyd busca un aspecto muy realista y algo feista, con luz cenital en los interiores –y transición desde luz a oscuridad a medida que la luz desciende- y algo de luz azulada de HMI en el exterior combinada con grandes unidades de tungsteno para las luces de vigilancia. En Blu-ray la capa de grano –fruto de rodar todo el film a 500T- es muy evidente y queda muy bien; en el cine, en 35mm, la combinación del negativo de alta velocidad con el positivo de proyección era demasiado sucia.

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En la huida de los personajes, Boyd debe hacer frente a todo tipo de situaciones. Y por lo general, responde muy bien a las mismas: tanto en grandes exteriores nevados, como en exteriores desérticos, así como en interiores de estudio que simulan exteriores día y noche en bosques, el veterano operador busca una estética muy natural –con un contraste muy reducido, que hace que la imagen tenga una textura de época muy agradable- que funciona muy bien. Podría decirse que Boyd se limita a hacer uso del contraluz siempre que puede, así como de pantallas y paneles de reflexión y HMIs simplemente para rellenar a los personajes y los escenarios, pero quizá ello sería minusvalorar un gran trabajo de exteriores en los que, con la excepción de un final con mucho color y mucha saturación, nunca busca el lucimiento propio ni lucirse, una renuncia a veces dificil para un operador cuando dispone de tan vastos escenarios delante de su cámara. Sin embargo, “The Way Back” contiene un gran pero a nivel estético: sus exteriores nocturnos. En ellos, Boyd parece que se hace un lío con las fuentes de luz y hace algo que va en contra de su filosofía naturalista en el resto de la película y en contra de la propia lógica: en mitad del desierto introduce una fuerte luz principal azulada, como si fuera la luz, y una segunda luz de relleno sobre los personajes. No solo ello crea una evidente multiplicidad de fuentes, sino que la imagen posee una excesiva claridad –sobreiluminación- más que evidente.

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A pesar de ello, y puesto que la película también contiene numerosísimas composiciones de imagen con teleobjetivo para situar a los personajes en el duro paisaje que les rodea, los resultados globales son muy notables, e incluso hacen que una película de un presupuesto relativamente limitado (30 millones de dólares) luzca como lo haría una de mucha más envergadura. El uso de la luz solar lateral, con el sol a punto de ocultarse en el horizonte, o incluso de la hora mágica en exteriores, quizá no sea tan brillante como en “Gallipoli”, pero desde luego, “The Way Back”, aún con sus problemas, contiene a lo largo de su proyección imágenes de gran mérito y estilo que hacen que su estética visual y puesta en escena sean muy estimulantes.

Título en España: Camino a la Libertad
Año de Producción: 2010
Director: Peter Weir
Director de Fotografía: Russell Boyd, ACS, ASC
Ópticas: Panavision Primo, Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: 4K Digital Intermediate

Vista en 35mm & Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.