13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi

Inusual producción en la carrera del cineasta norteamericano Michael Bay, ya que toma un suceso serio, real y reciente (el asalto de dos sedes de los EEUU en Libia, en septiembre de 2012, después de la caída del dictador Gaddafi) como excusa para organizar un nuevo espectáculo pirotécnico en la más pura tradición de “Black Hawk Down” (Ridley Scott, 2001) y volver a poner sobre la mesa temas tan tradicionales en su filmografía como el patriotismo y la familia, además de, por supuesto, los valores que representan los Estados Unidos de América como guardianes de la paz mundial. Aún así, Bay consigue un espectáculo visual interesante, en el que los personajes importan muy poco y en el que es mejor no tomarse la historia demasiado en serio para asistir a su proyección. Lo peor, sin duda, la duración, excesiva para lo poco que cuenta la película, así como el tono hagiográfico hacia la CIA y su personal, dificil de digerir casi desde cualquier perspectiva.

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El director de fotografía es el australiano Dion Beebe [ASC, ACS], en su primera colaboración con el realizador de “The Rock” y “Transformers”. Beebe comenzó su carrera como director de fotografía muy joven, hacia los 30 años de edad, a finales de la época de los 90, de la mano de John Curran (“Praise”, 1998), Niki Caro (“Memory And Desire”, 1998) y Jane Campion (“Holy Smoke”, 1999), antes de saltar a la fama en el año 2002 de la mano de Rob Marshall y el musical “Chicago”, por el que obtuvo su primera nominación al Oscar. Posteriormente, sustituyó a Paul Cameron con el rodaje de “Collateral” (Michael Mann, 2004) ya iniciado y volvió a trabajar con el director de “Heat” en “Miami Vice” (2006), año por el que Beebe obtuvo el Oscar y el premio de la American Society of Cinematographers (ASC) por “Memoirs of a Geisha” (Rob Marshall, 2006). Desde entonces, sus títulos más destacables quizá sean “Nine” (Rob Marshall, 2009), “Green Lantern” (Martin Campbell, 2010), “Gangster Squad” (Ruben Fleischer, 2013) y “Edge of Tomorrow” (Doug Liman, 2014), protagonizada por Tom Cruise, que le muestran como un director de fotografía abierto a casi todos los géneros y rodajes muy complejos.

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Rodada en localizaciones de Malta y Marruecos, la estética de la película es muy similar a la que viene utilizando Michael Bay desde hace más de diez años, en los tiempos en que rodó “The Island” junto al posteriormente oscarizado Mauro Fiore: imágenes con una enorme saturación de color, contraste altísimo, fuertes haces de luz y un casi eterno tono soleado que aparece prácticamente en cada secuencia de la película. El planteamiento, por lo tanto, es absoluta y completamente esteticista, ya que muy pocas veces obedece a una lógica narrativa, sino que está más que nada interesado en que cada imagen que aparece en pantalla tenga impacto visual, incluso más que en otros proyectos de Bay. Así pues, “13 Hours” mezcla asi todo el tiempo cielos azulados y muy saturados, con escenas en los que la luz de amanecer o atardecer entra directamente en las estancias o baña los exteriores, con otros momentos, incluso de la misma secuencia, en los que la luz revela que incluso este tipo de producciones deben rodar también cuando el sol está en lo más alto.

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Gran parte de la película transcurre durante el asalto nocturno que sufren los agentes de la CIA, cuyo cuartel general es rodeado y cercado. Entonces Beebe elabora una compleja iluminación para la noche a través de fuertes HMI generalmente a contraluz, así como una mezcla de muy diferentes fuentes de iluminación que ofrecen tonos verdosos (farolas) o muy cálidos (interiores) e incluso LEDs y todo tipo de paneles dentro de la sede de la CIA para ofrecer un aspecto moderno y tecnológico, que incluye cámaras de visión nocturna y drones como si se trataran de cámaras de vigilancia de los norteamericanos. Los flares, una de las características visuales habituales del cine de Bay por supuesto que también hacen acto de presencia, sobre todo gracias a que las luces de Beebe muchas veces aparecen dentro de los planos, como si se tratase de fuentes de iluminación integradas que imitan algún tipo de aparato de luz industrial de enorme potencia, por lo que provocan todo tipo de destellos. También, el operador australiano debe afrontar (y solventa bien) dos complicadas escenas de acción que muestran, paso a paso, un anochecer y luego, más tarde en la narración, un amanecer.

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Como también es habitual en Bay, la película está rodada en formato panorámico anamórfico, aunque con una curiosa mezcla de lentes Panavision que incluye las series E y G, la serie Primo (seguramente por sus zooms) y ópticas esféricas Vantage One, que abren a T/1.0 de diafragma. Aunque el grueso de la película muestra artefactos anamórficos, hay un gran número de planos a lo largo de la proyección que claramente son esféricos; podría tratarse de zooms adaptados al formato anamórfico o directamente esféricos y sin adaptar, incluso durante las escenas nocturnas. En general, parece que bien estos zooms o las Vantage One se han utilizado al mismo tiempo que las ópticas anamórficas, incluso como cámara “B” o “C”, de modo que la película alterna continuamente unas y otras. Otra novedad es que, por primera vez en la filmografía de Bay, el rodaje se ha efectuado íntegramente en formato digital con cámaras Red Epic Dragon, cuya latitud de exposición, sensibilidad y reproducción de color permiten al realizador obtener su típico look de celuloide, solo que sin el menor grano en pantalla. En general, la calidad de imagen es extraordinaria, con un nivel de detalle y definición muy alto, a pesar que las cámaras Dragon ofrecen aún más resolución en formato esférico.

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Por todo ello, se trata de un trabajo típico de Bay –que mezcla grúas, cámaras lentas y movimientos frenéticos operados en mano- pero muy atípico de Dion Beebe, más acostumbrado a rodajes en los que el planteamiento estético es menos agresivo y está más íntimamente relacionado con la narrativa. Si que vuelve Beebe, eso sí, a la época de sus rodajes con Michael Mann cuando rueda gran parte del material nocturno con el obturador a 270 o incluso 360 grados para ganar diafragma en exposición. El efecto es curioso porque la estética plagada de motion blur rememora por supuesto el efecto de vídeo y su proximidad documental, mientras que la luz de Beebe es absolutamente cinematográfica y además, sus cámaras están equipadas con lentes anamórficas. Por ello, el conjunto es muy desigual, ya que por un lado Bay busca siempre imágenes cargadas de estética por encima de la coherencia estilística, pero por otro, en algunas tomas aisladas o segmentos cortos de la película consigue imágenes de enorme plasticidad e impacto, todo ello mezclado con una variedad de ópticas y efectos solares de todo tipo que hacen que el espectador, al igual que los soldados que aparecen en pantalla, se vea sometido a un verdadero bombardeo de imágenes de mucho impacto.

Título en España: 13 Horas, los soldados secretos de Bengasi
Año de Producción: 2016
Director: Michael Bay
Director de Fotografía: Dion Beebe, ASC, ACS
Ópticas: Panavision Primo, E-Series, G-Series & Vantage One
Formato y Relación de Aspecto: Red Epic Dragon (6K anamórfico), 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.