The Witch

Debut en la dirección de Robert Eggers, ambientado en Nueva Inglaterra en 1630 y cuyos protagonistas son una familia (padre, madre y cinco hijos, uno de ellos un bebé) que van a vivir a las cercanías de un bosque, alejándose del resto de la comunidad, a fin de llevar una vida más cercana a sus creencias religiosas. Sin embargo, una vez allí, el bebé desaparece en circunstancias misteriosas y ello introduce un elemento de miedo, de duda y de cizaña entre los miembros del grupo familiar, que no saben a qué atenerse con respecto a los acontecimientos que comienzan a vivir. Se trata de una película muy sugerente, cuya inspiración en cuentos y leyendas populares no le impide, a su vez, enraizarse con el cine de Dreyer, Bergman y hasta Stanley Kubrick de forma muy clara. No es por tanto una película de terror al uso y, por ello, puede provocar reacciones algo nerviosas del público que esté esperando encontrarse con una película convencional y no con un film de autor, de corte europeo, que tiene además un perfil mucho más cercano al drama psicológico que al típico producto orientado a asustar y sobresaltar al espectador.

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El director de fotografía es Jarin Blaschke, californiano nacido en 1978 y que ya había rodado con el realizador Robert Eggers un cortometraje previo, titulado “Brothers”. Activo también en el mundo de la publicidad, “The Witch” es uno de sus primeros trabajos en cine, medio en el que a tenor de lo visto aquí, puede tener muy buen futuro si continúa creando imágenes que se ajusten tan bien a las necesidades de las historias, una de las mayores cualidades de su trabajo en “The Witch”. Este fue un trabajo preparado durante varios años por los cineastas. Durante su trabajo de desarrollo, siempre pretendieron rodar la película, cuyos tres millones y medio de dólares son un presupuesto bajo para los estándares de la industria norteamericana, en celuloide y formato de 35mm. Sin embargo, cuando llegó el momento de ponerse tras las cámaras, rodar en 35mm ya no era una opción al alcance de Eggers y Blaschke, por lo que tuvieron que recurrir a la Arri Alexa, con un grabador externo para capturar ArriRaw, como medio de adquisición de las mismas.

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Puesto que se trata de una película de época, Blaschke realizó una serie de tests con ópticas antiguas, a fin de conseguir una imagen de una textura algo más suavizada y reminiscente del celuloide al que tuvieron que renunciar. Finalmente, se decidió por emplear un juego de Cooke Speed Panchro S2/S3 con el rehousing de Century Optics, complementado por los Panavision Ultra Speed MKII para las secuencias con velas y un 35mm Bausch & Lomb Super Baltar, también empleado en estas escenas por sus peculiares características de imagen. Siempre que pudo, Blaschke empleó los Cooke a un diafragma T/3.2, por lo que la profundidad de campo es reducida, pero evitando la máxima apertura ya consigue imágenes de cierta calidad y definición, aún con los fondos muy rotos y con aberraciones que evidencian la utilización de ópticas antiguas. Además, adicionalmente, hay que reseñar que los cineastas optaron por una relación de aspecto algo inusual, el 1.66:1, curiosamente la utilizada por muchas películas clásicas europeas.

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Estéticamente la película destaca por su aspecto muy frío y desaturado, con tonalidades grisáceas y azuladas dominando su paleta de color. Todos los interiores diurnos y exteriores siguen este patrón, que únicamente se rompe en los interiores nocturnos en los que Blaschke emplea la luz de las velas, muy poco o absolutamente nada complementadas por luz artificial, valiéndose de la alta sensibilidad de la Alexa y de las grandes aperturas de diafragma de las antiguas series esféricas de Panavision, que aquí ofrecen muy buenos resultados. La iluminación de Blaschke es muy naturalista, como prácticamente no podría ser de otra forma, utilizando una única fuente muy intensa y muy contrastada en casi todos sus interiores, a veces incluso llegando a velar un poco la imagen al incidir esta luz sobre ópticas cuyos coatings no son, ni mucho menos, tan sofisticados como los de las ópticas más modernas. En los exteriores noche, escasos, Blaschke opta por una luz azulada imitando a la luna, aunque quizá su procedencia sea demasiado lateral en lugar de cenital como para que la imitación sea perfecta.

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Aún así, el aspecto general es muy bueno y está muy bien realizado, además de que –lo más importante- consigue generar ese tono frío, desapacible e incluso distante que caracteriza a la película. Sin embargo, puesto que la pretensión original era rodar en celuloide, quizá el empleo de herramientas digitales haya creado una imagen de mayor contraste y escasez de color de lo que sería deseable (como si se hubiera empleado un ENR digital), circunstancia que, aunque es muy coherente y consistente a lo largo de la proyección, es algo menos casual y orgánica que lo hubiera sido en celuloide; dicho de otra forma, el aspecto de “The Witch” puede llegar a cansar por ser siempre el mismo, algo que obviamente es un elemento subjetivo, pero al menos el autor de estas líneas ha echado en falta que, al menos los exteriores diurnos hubieran sido rodados en una mayor variedad de condiciones de luz, y ni siempre bajo cielos nublados y con un etalonaje que los convierte casi siempre en crepúsculo.

Título en España: La Bruja
Año de Producción: 2015
Director: Robert Eggers
Director de Fotografía: Jarin Blaschke
Ópticas: Cooke Speed Panchro S2/S3, Super Baltar, Panavision Ultra Speed MKII
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K), 1.66:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.