The Star Chamber

Thriller co-escrito y dirigido por Peter Hyams, que tiene un punto de partida interesante: un joven e idealista juez del estado de California (Michael Douglas) debe afrontar dos casos consecutivos en los que todas las evidencias indican que los presuntos culpables realmente cometieron los hechos de los que se les acusa, pero ha de absolverlos porque el procedimiento policial que ha provocado su detención ha tenido algún tipo de irregularidad. Deseando hacer justicia, el juez acepta entonces la propuesta de su mentor (Hal Holbrook) para pasar a formar parte de una sociedad secreta. Obviamente inspirada en clásicos como “The Parallax View”, a este film de Hyams, desgraciadamente, le ocurre como a otros del realizador norteamericano y se va diluyendo a medida que avanza su metraje hasta llegar a una resolución absolutamente increíble, aunque los dos primeros tercios y su cuidado estilo visual justifiquen su visionado, en todo caso. Yaphet Kotto completa el reparto como un dedicado policía.

El director de fotografía acreditado es Richard Hannah, un operador de cámara de televisión, sin demasiados créditos en su haber, que no cabe duda de que ejerció de simple tapadera ante los sindicatos para que Peter Hyams realizase la fotografía de la película él mismo. Ya en su película anterior (“Outland”, 1981) es famoso el hecho de que contratase a un todavía novato Stephen Goldblatt –quien después inició su propia y brillante carrera- con idénticos propósitos, para posteriormente, a partir de su siguiente película (“2010”, 1984), firmar ya directamente la fotografía de todos sus trabajos.

Hyams siempre se ha caracterizado, incluso cuando tuvo que contar con directores de fotografía muy experimentados como Bill Butler (“Capricorn One”, 1978) o David Watkin (“Hanover Street”, 1979), por su búsqueda de imágenes de un marcado esteticismo, pero siempre partiendo de una base muy naturalista, con niveles de iluminación muy bajos, lo cual le sitúa en un interesante cruce entre Gordon Willis o John Alcott y el estilo visual de los hermanos Ridley y Tony Scott, con algunos toques de opulencia en la línea de Vittorio Storaro, otro de los nombres más importantes de la década de los 80.

“The Star Chamber” está rodada en formato panorámico anamórfico y, desde luego, puede ser criticada a nivel estético por decenas de motivos, pero nadie podrá negar que se trata de una película muy estimulante. Destacan quizá sobre todo las escenas interiores del juzgado, en las que, como siempre, Hyams justifica las fuentes de iluminación a través de las ventanas. Pero en lugar de recurrir a luces suaves y rebotadas, lo más llamativo es que utiliza grandes unidades muy alejadas, proyectadas de forma directa y sin más difusión que algo de humo en el decorado, de modo que obtiene un aspecto fenomenalmente contrastado, con negros muy profundos y una gran sensación de oscuridad, puesto que donde no inciden de forma directa sus aparatos, la oscuridad es total. En segundo lugar, también destaca mucho la iluminación de las secuencias de los juicios paralelos y secretos, nuevamente con la misma filosofía de naturalismo esteticista, puesto que Hyams emplea en todo momento fuentes de luz integradas en el decorado (apliques en las paredes y lámparas colgando en el centro del set), pero utiliza también humo para reducir un poco el contraste y crear una atmósfera muy cargada y amenazadora, bajo la evidente metáfora visual de los jueces haciendo justicia en la sombra.

El resto de la película es muy típica de su estilo: otros muchos interiores también están rodados con algo de humo y/o con filtros de bajo contraste para crear bonitos halos y destellos en torno a las fuentes de luz. En muchas ocasiones utiliza lámparas de mesilla o fluorescentes integrados –a veces de forma exclusiva, sin complementar en absoluto- para rodar sus escenas, lo cual en determinados momentos puede crear un aspecto algo plano pero muy coherente con las localizaciones, o incluso de una estética muy apagada, como en la escena de la detención nocturna con la furgoneta, en la cual la luz adicional es muy escasa, para de pronto plantear una secuencia de esteticismo puro y haces de luz sin justificación alguna como la escena final del film, en la que cada pasillo o escalera tiene precisamente una parte en contraluz.

La película está bastante bien rodada (en cuanto a su composición de planos o, por ejemplo, buen uso de la Steadicam en dos o tres secuencias de acción) pero, por supuesto, como se ha expuesto, sucumbe a los excesos de un Hyams que, como siempre, se muestra técnicamente sobrado pero con un gusto dudoso, pues aunque muchas de sus escenas están resueltas con un imponente perfil bajo y elevados niveles de riesgo, es incapaz de controlarse en muchas otras y crear una cohesión estética con su tendencia a impresionar a través de efectos teatrales, por lo que una vez más deja la sensación de que es mucho mejor director de fotografía que director, y que en caso de haber sido dirigido por otro realizador firme y de talento, podría haber sido perfectamente un número uno de su profesión, ya que condiciones es evidente que no le faltaban.

 

Título en España: Los Jueces de la Ley
Año de Producción: 1983
Director: Peter Hyams
Director de Fotografía: Richard Hannah
Ópticas: C-Series y Super High-Speed de Panavision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.