Tarde para la Ira

Debut en la dirección de Raúl Arévalo, hasta la fecha, actor de prestigio en títulos como “Azul Oscuro Casi Negro”, “Los Girasoles Ciegos”, “Primos”, “Gordos” o “La Isla Mínima”. En este debut recupera el cine negro tradicional, con una historia de venganza que comparte algunos rasgos del cine de Sam Peckinpah, como “Straw Dogs” (1971). Antonio de la Torre interpreta a José, un hombre con un pasado en principio desconocido y que se va revelando a lo largo de la proyección, a través del interés que demuestra en Ana (Ruth Díaz), la esposa de un hombre (Luis Callejo) que lleva varios años en prisión como consecuencia de haber participado en un asalto a una joyería en el que hubo varias víctimas. Con estos elementos, Arévalo va tejiendo una narrativa que se vuelve más dramática y violenta de forma progresiva, hasta que hacia mitad de la proyección se desvelan las motivaciones del personaje principal y sus pretensiones. Los resultados, especialmente para una ópera prima, son muy buenos, con una estupenda dirección de actores y una puesta en escena concisa, pero llena de energía, aunque algunos de los giros y detalles del guión no resulten tan verosímiles como el resto de elementos de un film notable en su conjunto.

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El director de fotografía es Arnau Valls Colomer [AEC]. Formado en la ESCAC en Barcelona, escuela de la que han salido algunos de los operadores con más presente y futuro de España, Valls se ha instalado ya plenamente en el mundo del cine con títulos como “Promoción Fantasma” (2012) y “Anacleto, Agente Secreto” (2015), ambas para Javier Ruiz Caldera, o “Eva” (2011) y “Toro” (2016) para Kike Maíllo. Adicionalmente, Valls también ha participado en segundas unidades para Oscar Faura (“A Monster Calls”, 2016) o Xavi Giménez (un par de episodios de la serie “Penny Dreadful”), además de tener varios títulos ya rodados y aún pendientes de estreno en el momento de escribir estas líneas.

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Si por algo destaca, a nivel estético, “Tarde para la Ira”, es desde luego por la decisión de los cineastas, por idea del director Raúl Arévalo, de rodar la película en formato Super 16mm, componiendo además para una relación de aspecto panorámica de 2.40:1. Adoptar una decisión así, más aún en España, en donde ya no es posible revelar el negativo –el material iba y venía a Rumanía durante el rodaje- es complicada, especialmente cuando la propia producción conoce las facilidades que a día de hoy ofrece cualquiera de los soportes HD profesionales que ofrece el mercado (Arri, Red, Sony, Panasonic, etc), así como especialmente, su inmediatez. Pero lo cierto es que el Super 16mm ofrece una serie de cualidades intrínsecas que son difíciles de conseguir en HD, aunque es probable que para una gran variedad de proyectos no merezca la pena partir de tales complicaciones y una imagen que, de por sí, ya está degradada.

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La mayor virtud que ofrece el Super 16mm es que el aspecto de “Tarde para la Ira” luce excepcionalmente real, parcialmente, gracias al soporte. Aunque la utilización de la emulsión de 500T, según dice Valls en «Camera and Light«, se ha relegado para un par de exteriores nocturnos nada más, lo cierto es que la textura de grano es muy prominente a lo largo de la proyección. La nitidez, sin embargo, es notable teniendo en cuenta las limitaciones del formato, gracias en parte por la utilización de objetivos Ultra 16 para las focales cortas, complementadas con los tradicionales Ultra Prime desde la gama de focales medias para este formato (recordemos que un 16mm en Super 16mm equivale a un 32mm en 35mm convencional). Aunque teóricamente el Super 16mm posee la misma latitud de exposición que un 35mm, sí que es muy apreciable que el detalle en sombras es muy inferior al de su hermano mayor, así como que la capacidad de registro en las altas luces continúa siendo superior a la de cualquier cámara HD. También, como en el 35mm, aunque de forma más pronunciada, cualquier luz fuertemente sobreexpuesta y presente en el cuadro produce un cierto halo en torno a la misma, de forma similar, aunque mucho más orgánica, al efecto de un filtro Black Pro-Mist 1/8 sobre las altas luces en una cámara HD.

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Puesto que el Super 16mm, además de por su peculiar textura, está utilizado para favorecer el aproximamiento realista de la historia que pretenden hacer Arévalo, Valls y el director de arte Antón Laguna, la luz obligatoriamente debía seguir la misma pauta y efectivamente así lo hace. Toda la película está iluminada de forma sencilla, utilizando pocos aparatos y fuentes de luz muy concretas, generalmente presentes en pantalla, además de que Valls abraza los colores propios de determinadas fuentes de luz (el verde de fluorescentes “Cool White”, el cián de los “Daylight”, la temperatura de color algo más cálida de las bombillas de tungsteno convencionales, o la luz anaranjada de las farolas de sodio del barrio de Usera de Madrid, etc) sin el mínimo interés por corregirlas, ni en rodaje, ni en laboratorio, ni en el Digital Intermediate (elemento esencial, por cierto, para que un negativo tan pequeño aguante de forma razonable en la gran pantalla, al obviar el antiguo paso óptico que era necesario en este formato para exhibir en 35mm).

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Los resultados, dentro de esta estética naturalista en 16mm, lógicamente distan mucho de la belleza o estilización que pueden proporcionar los 35mm o una moderna cámara HD. Arévalo y Valls buscan una estética que a veces es algo feista (los exteriores parecen rodados de forma directa, por ejemplo, pero el contraste es demasiado elevado incluso a pesar del subrevelado), pero que se ajusta de manera muy convincente a una narrativa que, sin duda, no hubiera podido ser la misma con la estética de, por ejemplo, una Arri Alexa. En cierto modo, Valls y Arévalo nadan un poco a contracorriente con su propuesta (negativo pequeño, con mucha textura y lentes nítidas, en contraposición a la poca textura del HD y las lentes vintage), pero eso les hace mucho más personales y desde luego que los resultados finales les dan la razón. Y por supuesto, dentro de una puesta en escena tan veraz, cercana a los personajes y siempre móvil, destaca el plano-secuencia de apertura, muy bien ideado y ejecutado, que ya pone sobre la pista al espectador de que las intenciones de Arévalo, a pesar de su procedencia desde delante de las cámaras, son las de resultar igual de convincente detrás de las mismas.

Título en España: Tarde para la Ira
Año de Producción: 2016
Director: Raúl Arévalo
Director de Fotografía: Arnau Valls Colomer, AEC
Ópticas: Zeiss Ultra 16 & Ultra Prime
Emulsión: Kodak 7201 (50D), 7217 (200T), 7207 (250D) & 7219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 16mm, 2.4:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.