Solaris (2002)

Segunda adaptación cinematográfica de la novela de Stanislaw Lem, producida por James Cameron y que en manos del realizador de “Traffic”, no se convierte en el típico producto Hollywoodense que pretenda explotar la parte más comercial de la novela, como desde luego tampoco hizo Andrei Tarkovsky en su propia versión. El argumento es el mismo: un psicólogo (George Clooney) viaja a una estación espacial en la que están ocurriendo cosas extrañas, a fin de tratar de convencer a los tripulantes para que vuelvan a la Tierra. Lo que allí ocurre, unos hechos de dificil explicación, también le dejarán a él atrapado. Natasha McElhone, Viola Davis y Jeremy Davies secundan a Clooney en un film que, como la versión soviética, también es muy denso, pero más conciso y avanzado tecnológicamente, por lo que a pesar de que su conclusión es inferior, se puede considerar a este “Solaris” una buena obra complementaria de la primera.

“Solaris” fue la cuarta película en la que el realizador Steven Soderbergh –el cual, tras sus inicios y consolidación en el cine independiente, dio la gran campanada en el año 2000, al conseguir una doble nominación al Oscar a Mejor Película para sus dos trabajos de aquélla temporada (“Erin Brockovich” y “Traffic”), con las correspondientes menciones a Mejor Director para él mismo- ejerció la doble función de realizador/operador, lo cual ha venido haciendo hasta el presente, siempre firmando con el pseudónimo de Peter Andrews. Lo que en “Traffic” y “Ocean’s Eleven” –obviamos “Full Frontal”, grabada en formato DV no profesional- era un aspecto realista, con una profusa utilización de las fuentes integradas en los decorados, era mucho más complicado de realizar aquí, pero lo cierto es que el cineasta salió muy reforzado por su trabajo visual en este film, aunque siempre pueda quedar la duda acerca de la aportación del famoso y experimentado gaffer James Plannette, en activo desde comienzos de los 70, con trabajos junto a directores de fotografía como Gerald Hirschfeld, John A. Alonzo, Laszlo Kovacs, Allen Daviau, Andrew Lazslo, John Toll, Robert Elswit, Javier Aguirresarobe o casi toda la carrera de Peter Andrews, es decir, del propio Soderbergh.

Tanto porque el propio Soderbergh nunca lo había utilizado, ni como director ni como operador, como por la presencia de James Cameron como productor, que siempre había renegado de él, sorprende que el formato escogido por los cineastas fuera el panorámico anamórfico, en lugar del Super 35 sobre el que hubiera habido un numero de apuestas mucho mayor. Empleando –seguramente- la serie “C” de Panavision en conjunción con la emulsión 5279 de Kodak (500T, de negros profundos, alto contraste y marcada textura), la fotografía de Soderbergh se subdivide en dos áreas muy diferentes:

De un lado, todas las escenas que transcurren en la Tierra, bien a través de una narración lineal o a través de flashbacks, que poseen una fuerte dominante cálida –posiblemente reforzada a través de filtros en cámara, además de por una iluminación a través de fuentes de tungsteno en dimmers– y son las más realistas del conjunto, como no podría ser de otra manera, introduciendo fuentes integradas en el decorado y un aspecto relativamente espontáneo, que en cierto modo se trunca (conscientemente) por la decisión de rodar todo este material con lo que parece un filtro degradado neutro ND6, que oscurece notablemente el tercio superior de cada uno de los encuadres y, en cierto modo, hace recordar algunos trabajos del polaco Slawomir Idziak, especialmente “Gattaca” (1998).

Y por otro, claro está, están las escenas en el interior de la nave, cuyo aspecto moderno no sólo está obtenido a través de un elaborado diseño de producción, sino también mediante el uso de decenas de luces fluorescentes que proporcionan una luz azulada (en contraposición a las escenas en la Tierra), muchas de ellas integradas en el propio decorado, con otras moviéndose constantemente y plano a plano para modelar a los actores y obtener el mejor aspecto posible de ellos, incluyendo un severo relleno negativo para aumentar el contraste y una incesante luz de ojos, que especialmente funciona bien con Natasha McElhone, cuya expresividad se potencia mucho con esta técnica.

La cámara de Soderbergh permanece estática durante gran parte del relato, ya que por el aproximamiento de la realización y del guión, no es un film que requiera grandes movimientos o artificios. Generalmente las composiciones de imagen son buenas, pero también mejoran mucho cuando, a través de la escasa profundidad de campo que permite (o conlleva) el formato anamórfico, la cámara y el encuadre son utilizados para mostrar la soledad de los personajes. Así pues, se trata de un conjunto muy bueno, más que notable, muy bien realizado, en el que puede haber alguna decisión extraña (como la de utilizar el filtro degradado), pero que tanto a nivel narrativo como puramente formal cumple con sus cometidos con una enorme solvencia.

Título en España: Solaris
Año de Producción: 2002
Director: Steven Soderbergh
Director de Fotografía: Peter Andrews (Steven Soderbergh)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en HDTV

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