Ran Jul18

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Ran

Una de las obras cumbre de Akira Kurosawa fue este film, parcialmente inspirado en “El Rey Lear” de William Shakespeare, ambientado en Japón hacia el siglo XVI, cuando un señor feudal decide retirarse y ceder su puesto al mayor de sus tres hijos, lo que origina una serie de intrigas entre ellos, la esposa del primogénito y los clanes rivales de funestas consecuencias. El gran director japonés estuvo planeando la película durante años, llegando a dibujar cada una de las tomas (ilustraciones que serían publicadas junto con el propio guión) y buscando financiación en el extranjero, la cual encontraría a través del productor Serge Silberman, el mismo hombre que estuvo a punto de producir “Nostromo” para David Lean. El resultado es un film superlativo, visualmente asombroso, con un enorme gusto por el detalle y, especialmente, una genial interpretación de Tatsuya Nakadai en el rol principal.

Kurosawa, que sobrepasaba los 70 años de edad al iniciar el rodaje y quien al parecer ya tenía problemas de visión al iniciarse el rodaje en 1983, contó de nuevo con los dos directores de fotografía (Takao Saito y Masaharu Ueda) que ya habían rodado “Kagemusha” en 1980. También se unió, como en aquella ocasión, otro clásico colaborador del realizador japonés, el operador Asakazu Nakai, en labores de asesor visual de la película. Rodada en vistosísimas localizaciones japonesas, visualmente, “Ran” destaca por el habitual uso en Akira Kurosawa de teleobjetivos para captar todas y cada una de las acciones de la película. Pero también, como siempre, Kurosawa utiliza aquí este tipo de focales de una manera muy particular, puesto que con ellas no capta los habituales primeros planos, planos cerrados o planos de detalle, sino que situando la cámara muy lejos de la acción, los utiliza para obtener planos generales o, como mucho, planos medios (la película carece casi por completo de primeros planos). La diferencia con la utilización de angulares radica en que los teleobjetivos comprimen los espacios, acercando el fondo al primer término, en lugar de separarlo, lo cual en los exteriores facilita enormemente la inmersión de los personajes en los paisajes, dando una presencia mucho mayor a elementos como las laderas del monte Fuji, donde parcialmente fue rodado el film.

Debido a que los teleobjetivos muestran una profundidad de campo mucho más reducida que los angulares y esa no era la pretensión estética del realizador, los directores de fotografía se vieron obligados, como en todos los títulos de Kurosawa, a emplear niveles de intensidad de luz enormes, para cerrar mucho el diafragma y obtener una amplia profundidad de campo a pesar de estar rodando en focales superiores al 150mm, lo cual justificaría la renuncia al formato panorámico anamórfico, precisamente por sus problemas de profundidad (a pesar que Kurosawa llegó a iluminar en blanco y negro anamórfico algunos sets hasta f/22 para emplear focales de 500mm en alguno de sus anteriores films). La iluminación, debido a los altos niveles requeridos, es por ello relativamente convencional en casi todo momento, a pesar del continuo intento de justificar la fuente de luz lateralmente en muchos de los interiores de la película. Sin embargo, debido a que el color –el de los paisajes, el de los personajes o el de los uniformes que visten las tropas- es otro elemento fundamental de la película, a pesar que muchas veces la iluminación es algo plana, el contraste se obtiene a través del juego de tonos que se muestran en pantalla, compensando sobradamente la falta de contraste en la luz. En los exteriores, también debido a la necesidad de utilizar diafragmas cerrados, también es evidente muchas veces la utilización de intensas unidades de luz artificial sobre los actores, pero en este caso, ya que visten uniformes o trajes de colores muy intensos y sus rostros ocupan una pequeña parte de cada fotograma, el efecto no es demasiado perceptible. Sí es más perceptible la inconsistencia del clima japonés, con algunos instantes en que las nubes van o vienen durante las tomas sin que medie ajuste alguno del diafragma para compensar, aunque en ningún caso se puede decir que ello arruine algún plano.

Sin embargo, lo verdaderamente extraordinario de la película es la puesta en escena y dirección de extras del realizador japonés. No sólo por el emblemático uso de los teleobjetivos para el (a priori) fin opuesto de los mismos, sino por cómo compone cada una de sus tomas, haciendo uso completo del largo y alto del fotograma para mostrar información. Todos, absolutamente todos los personajes están perfectamente repartidos por el encuadre en las múltiples escenas de diálogo, pero es que la forma en que se sitúa a los cientos de extras y ejércitos en pantalla y se coreografían sus movimientos es absolutamente magistral. De hecho, de no ser una película tan milimétrica en sus composiciones, la utilización de teleobjetivos y multicámaras podría haber sido reminiscente de una realización televisiva, pero la precisión de la puesta en escena evita pensar por un solo instante que hay una cámara en el set improvisando el plano, de lo evidente que resulta que lo que aparece en pantalla es algo que obviamente estaba planeado hasta el mínimo detalle.

Por ello, a pesar que las elecciones técnicas habituales de Kurosawa limitaban en cierto modo el uso dramático de la luz por parte de sus directores de fotografía, lo cierto es que el uso del color, del vestuario y, sobre todo, de la cámara y de la puesta en escena no solo la suplen con creces, sino que consiguen crear una obra monumental y épica que aprovecha al máximo las posibilidades visuales de la historia.

Título en España: Ran
Año de Producción: 1985
Director: Akira Kurosawa
Directores de Fotografía: Takao Saito, Masaharu Ueda, Asakazu Nakai
Ópticas: Panavision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom)

Vista en Blu-ray

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.