Man of Steel

Reboot de la saga “Superman” producido por Christopher Nolan, el cineasta que a su vez hiciera lo propio con Batman, comenzando por “Batman Begins”; esencialmente, la historia es una mezcla del argumento de “Superman” (Richard Donner, 1978) y “Superman II” (Richard Lester, 1981), pues se narran tanto los acontecimientos que sitúan al personaje en la Tierra, con la destrucción de Krypton, así como el enfrentamiento con el General Zod (Michael Shannon) y sus secuaces, intercalando de forma continua una serie de flashbacks del personaje durante su infancia en Smallville. Aunque se trata de una película superior al anterior intento de revitalizar la franquicia (“Superman Returns”, Bryan Singer, 2006), “Man of Steel” carece de la fuerza de la narrativa clásica de la primera de las entregas cinematográficas del personaje, pero también de su épica y de su sentido del humor, sustituyéndolo en su lugar por un estilo fragmentado, muy poco dramático y, sobre todo, dedicando muchísimo metraje a peleas y batallas infinitas y muy aburridas, renunciando a profundizar en los personajes y la historia y dejando por el camino una serie de referencias religiosas que, de puro evidente, era innecesario verbalizar. Henry Cavill, eso sí, sale airoso en el papel principal, con Russell Crowe (Jor-El) y Kevin Costner (Jonathan Kent) intentando dar dignidad a sus papeles, mientras el resto del reparto queda absolutamente desaprovechado (Diane Lane, Laurence Fishburne), incluyendo a Amy Adams como Lois Lane, cuya relación con Superman simplemente carece de suficiente tiempo en pantalla. El realizador Zack Snyder, por su parte, confirma minuto a minuto que confunde ruido con espectáculo, fiándolo todo a la machacona música de Hans Zimmer (que rara vez ha estado peor), un montaje frenético y miles de efectos visuales digitales.

El director de fotografía es el iraní establecido en EEUU Amir M. Mokri. Como tantos otros operadores contemporáneos, Mokri se abrió camino en cine a través de la publicidad y los videos musicales en la década de los 80, para posteriormente especializarse en un cine estrictamente comercial en el que siempre ha destacado por sus imágenes vistosas, su mezcla de naturalidad y esteticismo, sus muchas veces arriesgadas exposiciones o sus haces de luz para recrear efectos solares, siguiendo un poco la línea del italiano Vittorio Storaro. Todas esas virtudes, mostradas sobre todo en “The Lord of War” (Andrew Niccol, 2005), también aparecen en títulos como “Blue Steel” (Kathryn Bigelow, 1988), “Pacific Heights” (John Schlesinger, 1990), o “Freejack” (Geoff Murphy, 1992), aunque quizá sean más conocidos sus dos trabajos para Michael Bay, “Bad Boys II” (2003) o “Transformers 3” (2011), que desde luego no son arte refinado, pero sí muestran la capacidad de Mokri para manejar centenares de efectos visuales.

En el caso de “Man of Steel”, sorprende en cierto modo la elección de rodar en celuloide (además, en formato 35mm anamórfico) un film con tanto trabajo de post-producción digital, post-conversión a 3D incluida. Pero tanto Snyder como sobre todo el productor Christopher Nolan hasta la fecha parece que han renunciado por completo a la adquisición digital, mientras que Mokri –que casi siempre ha evitado el anamórfico- ya rodó gran parte de “Transformers 3” con la Sony F35 y la Arri Alexa. En cualquier caso, el medio de adquisición, más allá de los evidentes artefactos anamórficos, es un poco indiferente, dado el tremendo post-procesado que lleva la imagen de la película. El diseñador de producción Alex McDowell se aleja por completo de los diseños de John Barry para el film de Donner, presentando Krypton, las naves y los trajes procedentes de ese planeta como algo mucho más oscuro y dramático, prácticamente más cercano a la imaginería de H.R. Giger que al aspecto aséptico del film de 1978, más influenciado por el color blanco de “2001: A Space Odyssey”. También se ha renunciado al color clásico del atuendo del superhéroe, sustituyéndolo por tonos muchos más oscuros.

Por su parte, Mokri, desde el primer fotograma, se aleja del aspecto suave y muy poco contrastado del que impregnó el británico Geoffrey Unsworth [BSC] a todo el primer film y la parte del segundo que pudo completar. En “Man of Steel”, la apuesta desde el primer instante es la de una imagen de muy alto contraste, con un grano muy prominente –que tiene pinta de estar introducido en post-producción, como si el mismo aportara veracidad y realismo-, que casi inmediatamente recuerda al proceso ENR/Bleach-by-pass que tan de moda se puso después de su utilización en “Se7en” por parte de Darius Khondji. Como en este proceso, tampoco hay demasiado color en la imagen y los negros son muy profundos, de modo que Mokri siempre se ve forzado a utilizar luz de relleno sobre los actores para no perder sus rasgos al completo. Las imágenes en Krypton incluyen mucha luz cenital, mientras que para las escenas de búsqueda “de su yo” por parte de Superman, adoptan tonos fríos y un aspecto muy crudo y mundano, en contraposición a la infancia del personaje en los flashbacks, que generalmente son soleados y más amables y están rodados a diafragmas abiertos para reducir notablemente la profundidad de campo. Sin embargo, con la excepción de una escena en el interior de una iglesia, poco o nada muestra Mokri su personalidad, en un trabajo sin riesgo alguno que incluye una abundante iluminación artificial sobre los actores (muy difuminada y el un ángulo aprox. de 60 grados) en todos los exteriores.

El hecho de que Mokri no luzca se debe, seguramente, a su responsabilidad a la hora de ofrecer al equipo de efectos un negativo en perfecto estado y listo para ser alterado por completo en post-producción, pero sobre todo, a la completa ineptitud de la puesta en escena de Zack Snyder, a cuyo lado Richard Donner es John Ford y Christopher Nolan casi se equipara a David Lean. El director de «Watchmen» (2009) no es solo nocivo en lo relativo a ese aspecto excesivamente contrastado, apagado y muy granulado que es muy reminiscente de su propia “300” (2006), sino que sobre todo lastra por su uso y abuso de un recurso como la cámara al hombro, que es utilizada prácticamente en exclusiva para todo el film. Dejando de lado algunas tomas supuestamente poéticas, la puesta en escena de “Man of Steel” supone un importante test para el espectador, en cuanto a su paciencia y su capacidad para evitar el mareo. Los diseños no es que precisamente sean inspirados, pero es que tampoco se muestran en su integridad, ni hay un sentido de la espacialidad, ni composiciones de imagen que muestren a más de dos personajes simultáneamente en pantalla o pretendan hacer avanzar visualmente a la narrativa (alguno habrá, pero enterrado entre cientos de cortes de montaje). De modo que en un festival de planos cerrados, complementado por el tremendo ruido musical y sonoro, así como miles de efectos visuales que incluyen no sólo cientos de flares, sino rápidos y frenéticos zooms sin venir a cuento, poco más se aprecia del trabajo de Mokri con la iluminación, del que lo más elogioso que se puede decir es que al menos los actores lucen bien, lo cual dentro del despropósito general, ya supera la media del conjunto.

El resultado, por lo tanto, es muy artificial, muy lejano del clasicismo general y artesanalidad del film de Donner y de su secuela, que si bien tampoco eran perfectos, contenían mucho más cine y sentido del espectáculo que esta nueva y machacona entrega, que parece seguir no solo el modus operandi del cine de Christopher Nolan y sus tres entregas de “Batman” (incluyendo su “shaky-cam” y renuncia a componer planos), sino la estela de Michael Bay y todos y cada uno de sus estruendos y defectos, pero sin el menor atisbo de la comicidad o el tono paródico de muchos de los productos de éste.

Título en España: El Hombre de Acero
Año de Producción: 2013
Director: Zack Snyder
Director de Fotografía: Amir Mokri
Ópticas: “C Series” & “E Series” de Panavision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate

Vista en DCP (2D)

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.