Letyat Zhuravli (The Cranes Are Flying)

Adaptación de una obra de Viktor Rozov, que gira en torno a una pareja de enamorados que viven en Moscú justo antes de la entrada de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, hecho que les priva de la posibilidad de una despedida adecuada en la que aclarar sus intenciones de futuro antes que el hombre marche voluntario al frente. Con un formato de melodrama clásico, Kalatozov rueda una película que en manos de casi cualquier otro cineasta podría pecar de excesivamente tópica o sentimental pero que, gracias a su estupenda dirección de actores (especialmente Tatiana Samojlova en el papel principal) y sobre todo, a su inspiradísima y rica puesta en escena, se convierte en un film de un virtuosismo extraordinario, que auna narrativa y ejercicio de estilo a partes iguales.

El director de fotografía fue Sergei Urusevsky, famoso colaborador de Kalatozov por ejemplo en “Soy Cuba” (1964), película con la que la presente “Letyat Zhuravli” rivaliza sin ningún problema por su portentoso trabajo en blanco y negro.

Como es habitual en Kalatozov, si algo destaca de su realización es el soberbio trabajo de cámara, del que sin ningún miedo se puede afirmar que se encuentra entre los más grandes e importantes de la historia. El realizador soviético lo filma absolutamente todo con grandes angulares, posiblemente con una única focal o variando entre un 18mm y un 25mm aproximadamente, de forma que toda la película (en la relación de aspecto clásica 1.37:1, que nunca se abandonó en la antigua URSS) contiene una perspectiva muy marcada, en la que los actores se sitúan con mucha frecuencia en la distancia mínima de foco, o incluso más cerca que la misma, de modo que Urusevsky obtiene tomas en las que existe tanto una gran profundidad a nivel compositivo (en la medida que se forman líneas de fuga en los decorados o localizaciones) o incluso a nivel de actores, ya que los que se sitúan más lejos de la cámara van creando diferentes capas de profundidad en cada toma, un poco en la línea de “Citizen Kane”.

Pero aunque a nivel compositivo se trata de una obra de un innegable impacto, sin ningún genero de dudas lo más importante y celebrado de la puesta en escena es la arrebatadora energía, el nivel técnico y el indudable talento que muestran Kalatozov y su operador a la hora de mover la cámara, siguiendo en primer plano a sus personajes entre la muchedumbre, modificando el enfoque de forma continuada, recomponiendo la toma siempre a la perfección, o subiendo o bajando la cámara con sorprendentes movimientos de grúas o dispositivos similares tras haber realizado travellings a enorme velocidad a la altura de los ojos de sus personajes… de manera que “Letyat Zhuravli” deja numerosas tomas para el recuerdo, que no sólo muestran la desesperación que supone no encontrar al amante entre la muchedumbre, sino que a nivel meramente estético son puro deleite, como la que sigue a los dos protagonistas escaleras arriba con la cámara subiendo y girando por el hueco de las mismas, que suponen instantes imborrables.

Además, Urusevsky se destapa con una iluminación en blanco y negro de gran modernidad, generalmente a través de la utilización de luz dura en los interiores pero sin seguir el tradicional esquema de los tres puntos (principal, relleno y contraluz), sino que ésta incide a través de las ventanas de las estancias y es filtrada por las cortinas que se sitúan ante ellas, produciendo a menudo formas y variaciones sobre la fuente de luz, pero colaborando a crear un aspecto realista y natural, especialmente en comparación con los cánones de la época. En los exteriores, Urusevsky generalmente parece prescindir de fuentes de luz artificial, aunque sí que se percibe ya una un tendencia, más presente en obras posteriores, de controlar el impacto de la luz natural mediante la utilización de filtros degradados.

En consecuencia, “Letyat Zhuravli” es una obra absolutamente colosal en la que su realización y técnica juegan un papel fundamental para evitar que su historia termine siendo un simple melodrama más y, en lugar de ello, se convierta en una película cuyo visionado es absoluto deleite para los ojos del espectador gracias el enorme despliegue de fuerza narrativa y talento visual por parte de los cineastas.

Título en España: Cuando Pasan las Cigüeñas
Año de Producción: 1957
Director: Mikhail Kalatozov
Director de Fotografía: Sergei Urusevsky
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.37:1

Vista en DVD

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2012.