Assault on Precinct 13 (1976)

Emblemática segunda película de John Carpenter como realizador, en la que además escribió el guión, compuso la excelente banda sonora y firmó el montaje bajo pseudónimo, todo ello para conseguir uno de sus mejores trabajos como cineasta. El argumento es un cruce entre “Rio Bravo” (Howard Hawks, 1959) y “The Night of the Living Dead” (George A. Romero, 1968): un hombre acude a refugiarse al interior de una comisaría de policía que está a punto de dejar de operar, tras haber asesinado a tiros a uno de los miembros de un “gang” que a su vez acababa de matar a su hija. En el interior de la comisaría únicamente se encuentran un teniente (Austin Stoker), dos mujeres policía (Laurie Zimmer y Nancy Loomis) y unos reclusos (Tony Burton y Darwin Joston, en el papel de su vida), que pronto deberán unir sus fuerzas para rechazar a las hordas de pandilleros armados que pretenden asaltar la comisaría con armas automáticas y acabar con sus vidas. Rodada con medios muy escasos pero elevadas dosis de talento y oficio cinematográfico, Carpenter  consigue una atmósfera inigualable mezclando el thriller, el western e incluso el cine de terror, mostrando una perfecta asimilación de las mencionadas influencias, así como la de Hitchcock e incluso Sergio Leone, anticipando ya situaciones y anti-héroes que posteriormente aparecerían de nuevo en su posterior filmografía, a veces más abundante en cuanto a medios, pero rara vez tan inspirada como aquí.

El director de fotografía fue Douglas Knapp, antiguo compañero de Carpenter en la universidad y que ya se había hecho cargo en su momento de “Dark Star” (1974), el debut de Carpenter en los largometrajes, que sin embargo había nacido como un pequeño cortometraje que fue expandido hasta su actual duración. “Assault on Precinct 13” fue su segunda y última colaboración con John Carpenter como director de fotografía, ya que aunque después Knapp trabajó en algunos de los equipos de cámara de posteriores films del realizador, ya con Dean Cundey como primer operador, lo cierto es que la carrera de este señor se ha desarrollado mucho más como operador de cámara que como director de fotografía, faceta en la que apenas ha dejado un puñado de películas en más de cuarenta años de profesión. Como operador de cámara, Knapp ha sido un hombre respetado y que ha desarrollado el grueso de su carrera en televisión, rodando por ejemplo numerosos episodios de las series televisivas de “Star Trek” y sus derivados.

John Carpenter siempre ha sido famoso porque sus películas, con la excepción de la primera y la última, fueron todas ellas rodadas en formato panorámico anamórfico, comenzando dicha tradición, precisamente, con el título que nos ocupa. Ello resulta sorprendente puesto que con un presupuesto global de 100 mil dólares de la época, realmente bajo, los cineastas apenas podían permitirse siquiera rodar en 35mm y construir los decorados interiores de la comisaría en un plató de Hollywood, pero de alguna forma consiguieron además que Panavision accediera a alquilar sus caros equipos para el rodaje de la película. En este aspecto, la aportación del formato panorámico anamórfico, junto con la puesta en escena de Carpenter, es absolutamente esencial para el éxito del film: el realizador filma muchas veces con lentes tendentes al angular, con abundantes travellings, siempre muy bien justificados, haciendo un extraordinario uso además del ancho de la pantalla panorámica para componer tomas en las que bien los personajes o bien información significativa se sitúan casi a los bordes del fotograma, demostrando una vez más que el talento es siempre más importante que el dinero (componer bien las tomas generalmente es gratis: se sabe hacer o no se sabe hacer).

El film comienza durante la tarde y, progresivamente y además con rótulos que van indicando las horas, la noche va cayendo poco a poco durante la proyección, hasta llegar al momento en que, ya sin la luz solar, los asaltantes cortan la luz de la comisaría y Douglas Knapp y John Carpenter deben pasar a una fotografía de interiores nocturnos muy complicada, ya que, como es sabido, en cine, para simular la noche, es necesario iluminar. Y Knapp, sorprendentemente porque no continuó su carrera como director de fotografía, lo hace de forma muy satisfactoria, con algunos momentos o segmentos de la película que incluso son notables y no tienen demasiado que envidiar al bueno de Dean Cundey trabajando con John Carpenter en los años posteriores. El anamórfico obligaba a Knapp a emplear diafragmas cerrados (seguramente sobre T/3.5 cuando menos) y al revelado forzado, pero aún así, los niveles de intensidad de luz debían ser forzosamente elevados. Empleando seguramente luces de 10K a través de las ventanas, con geles azulados, así como algunos aparatos más pequeños dentro del decorado, lo bueno del trabajo de Knapp es que consigue separar muy bien las zonas de luz de las zonas de penumbra (algo que únicamente se puede obtener cuando se rueda con una elevada intensidad lumínica), creando un ambiente global que, cuando moldea plano a plano, poniendo un poquito más de luz aquí y allá para que se vea mejor a los intérpretes, pasa bastante desapercibido por su buena integración.

Por supuesto, siendo un film de bajo presupuesto, hay escenas que lucen demasiado granuladas, u otras (generalmente los exteriores nocturnos fuera de la comisaría) que están rodadas demasiado deprisa y sin posibilidad de esmerarse, pero teniendo en cuenta el reducido presupuesto y la escasez de medios, el aspecto global de la película es muy meritorio. Solamente algunas decisiones de los cineastas, como la de rodar una parte de los interiores con un filtro Double Fog (algo típico en la época, pero que no encuentra justificación aquí) perjudica seriamente la calidad de la imagen, porque incluso cuando Knapp tiene que forzar y, como consecuencia, aparece mucho grano o bien, aún así, la imagen sigue siendo oscura porque se ha quedado corto de exposición, la textura del celuloide le ofrece ese aspecto documental y realista que, aun siendo feista, juega muy a favor del realismo e inmediatez de la que hace gala el film. Por ello, si bien los resultados no son óptimos a nivel técnico, el nivel sí que es más que suficiente en todo momento y, cuando por circunstancias presupuestarias la imagen se queda corta de luz (obligando a recuperar niveles de densidad y brillo en laboratorio, dejando al descubierto negros muy pobres y apareciendo mucho grano), Knapp y Carpenter tienen la suerte de que esa aleatoriedad termina favoreciendo mucho a la propia estética realista de su película.

Título en España: Asalto a la Comisaría del Distrito 13
Año de Producción: 1976
Director: John Carpenter
Director de Fotografía: Douglas Knapp
Ópticas: C-Series & Super Panazoom de Panavision
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1

Vista en Blu-ray

¿Te ha gustado esta reseña? ¡Siguenos en Facebook!

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2019.