American History X
Debut en la dirección cinematográfica del cineasta Tony Kaye, también conocido por su labor al frente de documentales, videoclips y anuncios publicitarios. Película sujeta a grandes controversias en la época de su estreno por la temática que trata, la misma está ambientada en el área de Venice Beach en la ciudad de Los Ángeles y tiene como protagonista a un joven de ideología neonazi (Edward Norton) quien, tras haber asesinado a dos hombres de raza negra que pretendían robarle el coche, ha pasado tres años en prisión. Durante ese tiempo, su hermano menor (Edward Furlong) ha tratado de seguir sus pasos, a pesar que director del instituto al que acude cada día (Avery Brooks) trata de llevarle por el buen camino. Narrada con una estructura de flashbacks en blanco y negro y escenas en presente en color, el uso de la violencia y la simbología nazi de la que hacen gala los personajes resultó muy polémico en su día, aunque el film rechace dichas situaciones de forma expresa. Los resultados, quizá, sean demasiado irregulares y discursivos, aunque contiene situaciones de interés. Elliott Gould, Stacy Keach y Beverly D’Angelo poseen papeles secundarios en una película por la que Edward Norton obtuvo una candidatura al Oscar al mejor actor.
Como en sus trabajos fuera del cine, el propio Tony Kaye se hizo cargo de la dirección de fotografía de la película, impidiendo así por lo tanto que se produjera la separación de cargos que es habitual en el cine norteamericano y que, a pesar de que se trataba de una producción independiente de New Line Cinema, es raro que se produzca. Kaye en cualquier caso tuvo grandes problemas durante la producción, que acabó con una demanda millonaria contra la compañía y una petición no atendida de retirar su nombre del film, al sentir que su visión del film se había visto seriamente comprometida por las injerencias de los dos actores principales durante el rodaje y el proceso de montaje. Esos problemas hasta la fecha han impedido que Kaye se haga cargo de otro film de esta envergadura y que sus proyectos narrativos se hayan visto reducidos a un par de pequeñas producciones, una de las cuales ni siquiera se ha estrenado comercialmente.
Rodada todavía en la época inmediatamente anterior a la proliferación del etalonaje digital, Tony Kaye decidió filmar la película con una mezcla de blanco y negro y color; el primero de ellos, que es probable que ocupe algo más de la mitad del metraje, destinado a los múltiples flashbacks sobre los que se articula la historia, mientras que los segmentos en color están destinados a las escenas del “presente”. No se trata de una película con una fotografía demasiado llamativa, más allá del uso del blanco y negro, ni demasiado trabajada, lo cual encaja en cierto modo con el hecho de que el propio director del film fuera el director de fotografía, circunstancia que tiende a redundar en que una de las labores (generalmente la de la imagen) tienda a quedar algo más simplificada. Y eso es precisamente lo que ocurre aquí. En la línea de “Traffic” o de los primeros títulos en los que Steven Soderbergh se hizo cargo de la fotografía de sus propias películas, Kaye propugna un estilo muy sencillo, con poco empleo de fuentes tradicionales de iluminación cinematográfica y mucha confianza en la enorme capacidad de las emulsiones fotográficas para registrar grandes contrastes, algo que es útil por ejemplo cuando se rueda interiores con la iluminación disponible, se expone para el interior y se deja que los exteriores queden convenientemente sobreexpuestos.
Como consecuencia, además de por el empleo seguramente exclusivo de emulsiones de alta sensibilidad para las escenas en color y de blanco y negro real para las de blanco y negro, el film posee una estructura de grano muy prominente y una estética que, ocasionalmente puede recordar a la de un documental, a pesar que el blanco y negro, de por sí, introduce un matiz estético más que evidente. Las escenas en color están realizadas con esa forma simple y directa, a veces iluminando sin más las estancias y dejando que los personajes se muevan entre zonas de luz y sombras, aunque en las de blanco y negro hay algo más de contraste y luz dura, circunstancia que les viene muy bien. Pero en lo que son idénticas ambos tipos de escenas es respecto a la sobreexposición antes mencionada, que cuando se trata de pequeñas estancias hace que las ventanas, por las que entra toda la luz de las escenas, estén completamente quemadas y sobreexpuestas, sin que en las mismas quede rastro absoluto de ningún detalle y menos aún de algún atisbo del exterior.
Se trata por lo tanto de una película con una estética muy directa, que tampoco pretende nunca o casi nunca ningún tipo de sofistificación; si que es cierto que los exteriores nocturnos en color muestran HMIs azulados, o que los que son en blanco y negro delatan que seguramente Kaye hizo uso del mismo tipo de luz, pero por lo general, se trata de una película de aspecto sencillo realizado además de una forma simple. Los resultados son cumplidores, sin más, aunque sin embargo le van bien a una narrativa que, si bien es irregular y a veces de trazo grueso, continúa funcionando relativamente bien algo más de veinte años después de su rodaje y estreno.
Título en España: American History X
Año de Producción: 1998
Director: Tony Kaye
Director de Fotografía: Tony Kaye
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en HDTV
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