Zero Dark Thirty

Crónica de los diez años de búsqueda por parte de la CIA –personalizados a través de una agente interpretada por Jessica Chastain- del terrorista Osama Bin Laden, que describe las prácticas y el modus operandi de los servicios secretos estadounidenses en Pakistán y Afganistán, sus dificultades y la forma en que el líder de Al Qaeda fue encontrado y asesinado en una intervención aprobada por la Casa Blanca. Con formas cercanas al docudrama y una narrativa minuciosa, fría y distante, “Zero Dark Thirty” se muestra como una película solvente, pero que rara vez es apasionante y tampoco ofrece especiales muestras de garra o brillantez en la puesta en escena, aunque el oficio del conjunto es incuestionable. El guionista Mark Boal repite con la realizadora Kathryn Bigelow después del éxito de “The Hurt Locker”, mientras que Kyle Chandler, Mark Strong, James Gandolfini, Jennifer Ehle, Edgar Ramírez y Jason Clarke completan un reparto muy sólido poniendo rostro a los miembros del operativo americano.

El director de fotografía es el australiano Greig Fraser [ACS], que continúa con su meteórica carrera en los EEUU con su tercer título importante del año 2012 (los otros dos fueron “Snow White And the Huntsman” y “Killing Them Softly”) después de haber llegado a América de la mano de Matt Reeves y la estupenda “Let Me In”.

“Zero Dark Thirty” sigue la senda realista en su puesta en escena de “The Hurt Locker”, con muchísima cámara al hombro y planos que rara vez son fijos para dotar a las imágenes de una enorme inmediatez, solo que en esta ocasión se ha abandonado el formato Super 16mm de aquélla y se ha sustituido por un rodaje digital con la cámara Arri Alexa en formato ArriRaw, que en términos generales proporciona una imagen de un aspecto similar al celuloide, solo que con una textura mucho más limpia y comparable a la del negativo menos granulado del mercado.

Fraser, que debuta en cine en formato digital, realiza un trabajo que es reminiscente del de Barry Ackroyd [BSC] en el anterior film de la realizadora, con una inspiración absolutamente naturalista que es llevada por el operador prácticamente hasta el extremo, sin que en ningún momento trate de embellecer sus imágenes o a los actores que aparecen en ellas o simplemente traicione de manera perceptible las propias fuentes de luz que va estableciendo a lo largo de la proyección. Es decir, Fraser no es que haga uso de la iluminación disponible –circunstancia que se reserva para los exteriores diurnos- sino que ilumina todo el film y las diversas estancias que aparecen en el mismo tal y como éstas estarían iluminadas en la realidad: con luz fluorescente en los techos, con la luz que entra por las ventanas o con las fuentes integradas en los decorados en las escenas nocturnas, a menudo desde una única fuente, sin importarle que a veces el contraste sea enorme o que sus actores –en función de su situación con respecto a las fuentes de luz- puedan moverse o ubicarse en zonas de sombra o elevados niveles de oscuridad, en una filosofía tan simple como digna de admiración.

Sin embargo, posiblemente el film será más recordado por su escena final, que en manos de Fraser hace honor al título de la película en castellano, con imágenes en las que las zonas más luminosas están subexpuestas al menos dos o tres puntos de diafragma, de modo que el avance de las tropas estadounidenses en mitad de la noche es solo vagamente perceptible, en un alarde de pericia y riesgo por parte del operador, a pesar que esas imágenes se complementen con la de cámaras de visión nocturna como punto de vista subjetivo del operativo americano.

Así pues, la fotografía de Greig Fraser –que una vez más demuestra sentirse más cómodo recreando la luz natural, como en “Bright Star” o las citadas “Let Me In” o “Killing Them Softly”, que creando mundos imaginarios como en “Snow White and the Huntsman”- es estupenda, aunque de un perfil quizá demasiado bajo como para que sea tenida en cuenta, precisamente porque su realismo hace que su luz artificial pase prácticamente desapercibida. Su mayor inconveniente es que quizá no aporte demasiado –más allá de un enorme gusto, clase y solvencia- al anterior trabajo de Bigelow, o incluso al estilo fluido, realista y de enorme inmediatez que el propio Barry Ackroyd ha impuesto en otros de sus trabajos para el británico Paul Greengrass, como “United 93” o “Green Zone», a pesar de ser una fotografía absolutamente irreprochable.

Título en España: La Noche Más Oscura
Año de Producción: 2012
Director: Kathryn Bigelow
Director de Fotografía: Greig Fraser, ACS
Ópticas: Cooke S4
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw, 2.8K), 1.85:1

Vista en DCP

© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2013.