Deadpool 2

Secuela de la película de 2016, en la Wade Wilson (Ryan Gosling), ya perfectamente habituado a su rol como el super héroe Deadpool, se dedica a matar criminales en todo el mundo. Pero tras fallar en una de las operaciones, unos traficantes de drogas matan a Vanessa (Morena Baccarin). Tras ello, los X-Men, con Wade abatido, intentan reclutarle para que trabaje con ellos, pero las formas de trabajo de Deadpool no terminan de encajar con las de éstos. Todo se complica cuando aparecen en escena un niño mutante (Julian Dennison) y un viajero del futuro (Josh Brolin). Si bien la primera entrega era un híbrido entre los orígenes del personaje y una serie de escenas de acción sin demasiado interés (aunque todo envuelto en un tono autoparódico e irreverente) «Deadpool 2» apuesta directamente por la comicidad e hilaridad -siguiendo la línea del original- y por la acción estruendosa, mezclando todo ello a modo de un explosivo cóctel de dos horas de duración. Sin embargo, por suerte, el trabajo del nuevo director David Leitch («John Wick», 2014) hace que, por su concepción y puesta en escena, dichas escenas de acción estén mejor rodadas que en el original. De modo que quizá «Deadpool 2» sea una película menos sorprendente que la primera, como es lógico, pero por otro lado ofrece mejores resultados, con un humor en la misma línea, con chistes a veces muy finos, y escenas de acción aparatosas cuyo estilo hace que resulten más interesantes que las de «Deadpool».

El director de fotografía de esta segunda parte es Jonathan Sela, nacido en Francia pero criado en Israel, el cual fue además aprendiz en los equipos de cámara (ni más ni menos) que de Vilmos Zsigmond en «Life as a House» (2001). Su primera película conocida (y uno de sus primeros largometrajes como director de fotografía) fue el remake de «The Omen» (John Moore, 2006), director con el que también ha trabajado en «Max Payne» (2008) y en «A Good Day to Die Hard» (2013), la quinta entrega de la serie de John McClane, y la que peores críticas obtuvo de todas ellas (no han vuelto a trabajar juntos). Entre medias rodó «Law Abiding Citizen» (F. Gary Gray, 2009). Pero después, la carrera de Sela despegaría claramente en el cine de acción, con «John Wick» (Chad Stahelski & David Leitch, 2014), «Transformers: The Last Knight» (Michael Bay, 2017) o, ya con David Leitch, «Atomic Blonde» (2017), «Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw» (2019) y la pendiente de estreno «Bullet Train» (2022), protagonizada por Brad Pitt.

El estilo de Jonathan Sela es muy comercial, siguiendo la bien conocida línea de de directores de fotografía como Amir Mokri, Bojan Bazelli, Ben Seresin o incluso Paul Cameron, es decir, especialistas en este tipo de proyectos y en crear imágenes de un altísimo impacto, habitualmente sin ningún tipo de justificación más allá de la creación de una estética atractiva y que envuelva y ambiente a las películas de las que se encargan. Este estilo, también aplicado por Sela en videoclips de importantes artistas del mundo de la música o en anuncios publicitarios para las grandes marcas, ha adoptado también en los últimos años las últimas novedades en equipos de iluminación LED y especialmente la tecnología RGBWW, que permite no solo seleccionar el color de las fuentes de luz, sino cambiarlas o programarlas individualmente y sobre la marcha, dando lugar a una nueva etapa estética en cuya vanguardia Sela se muestra muy agusto. Así pues, no hay intentos de justificar ningún tipo de fuente de luz a lo largo de la proyección, ni falta que le hace al director de fotografía: de lo que se trata es de crear imágenes de gran estilización e impacto sobre el espectador. En este sentido, el director de fotografía Ken Seng, autor de la primera entrega de “Deadpool”, trató de hacer algo similar en la misma, diferenciando el mundo del que procede el protagonista de aquél en el que ya ejerce de super héroe. Pero Sela va mucho más allá y abraza definitivamente un aspecto irreal, en el que prima el color, los contraluces, fuentes de mucha intensidad en pantalla, etc. a fin de conseguir, como Seng, un ambiente propio para el desarrollo del film, pero al mismo tiempo, todavía con un mayor y más logrado esteticismo. Así por ejemplo, en la mansión de los X-Men, Sela emplea una imitación de la luz solar, pero lo hace con fuertes e indisimulados haces de luz dura, de manera que consigue un efecto que se interpreta como el sol, pero efectivamente, crea los consabidos efectos estéticos (y llama la atención a través de ellos) porque en realidad busca más el atractivo de las imágenes que su credibilidad.

En esta ocasión los cineastas, que no tenían que trabajar con dos líneas narrativas tan diferenciadas como las de la primera película, han optado directamente por un rodaje en formato anamórfico, en lugar de la combinación de lentes esféricas Bausch & Lomb Super Baltar y Panavision Primo del primer “Deadpool”. Jonathan Sela ha empleado en varios de sus films las lentes anamórficas Hawk, de manera que hizo que el fabricante de las mismas, la empresa alemana Vantage, fabricase una nueva serie de lentes (Hawk Class-X, llamadas así por ser las décimas de la compañía) específicas para sensores digitales. El resultado es un aspecto anamórfico muy clásico, con muy buen rendimiento óptico y menos tendencia al desenfoque (o pérdidas de definición) en los extremos que muestran los Hawk V-Lite o, desde luego, una apariencia más nítida, contrastada y con menos veladuras y flares que las versiones “Vintage ‘74” de algunas series de ópticas del fabricante aleman, aunque la distorsión es evidente (pero contenida) y existe cierta aberración cromática que llevan a pensar que son una evolución de los V-Lite (Vantage dice que han partido de cero en su creación).

Rodando con Arri Alexa, Sela y David Leitch también han llevado a cabo un proceso análogo de introducción de grano al que ejecutaron Ken Seng y Tim Miller en el primer film; en esta ocasión el resultado es una imagen moderna, muy nítida y con una textura que emula en cierto modo también la de los negativos cinematográficos. De esta manera, los resultados son muy buenos, también superiores a los del primer film desde el punto de vista estético, sobre todo porque la acción está rodada de manera más física, con más lentes angulares, una planificación más elaborada y de un modo más creíble: evidentemente en muchas ocasiones lo que terminamos viendo como espectadores es una sucesión de acrobacias imposibles, dobles, especialistas, efectos digitales, etc. pero tanto Leitch como Sela parten de querer mostrarnos más y hacernos más participes de esas acciones. De tal manera que no alcanzan niveles de excelencia en esta suerte, pero sí que hacen que dichas escenas posean un interés muy superior a las de la primera entrega, en las que de algún modo, la película entraba con un “piloto automático” y un aspecto mucho más de videojuego que jugaba mucho en contra del conjunto y no ya de su verosimilitud, la cual no era pretendida por los cineastas, sino de su propia concepción como película y no como mero espectáculo de concepción principalmente digital. Mención aparte merecen las escenas oníricas entre Wade y Vanessa, en las que parece que los cineastas de esta entrega sí que habrían recurrido a ópticas descentrables tipo Swing ó Shift and Tilt o similares, o bien a algún tipo de proceso de desenfoque y enfoque de las imágenes en post-producción, debido a los extraños artefactos que se producen en las mismas.


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Título en España: Deadpool 2
Año de Producción: 2018
Director: David Leitch
Director de Fotografía: Jonathan Sela
Ópticas: Hawk Class-X
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa SXT & Mini (Arriraw 3.4K) + Phantom 4K + Sony A7, 2.4:1

Vista en HDTV 4K

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